Cataluña afrontó su tercer día consecutivo de protestas en medio de un clima tenso, luego de que condenaran a líderes independentistas a entre 9 y 13 años de prisión por el fallido proceso de secesión de 2017.
Al igual que anoche, este miércoles se registraron nuevos enfrentamientos entre independentistas catalanes y la policía. Los hechos de violencia tuvieron como epicentro a Barcelona y se extendieron a otras ciudades, provocando la reacción inmediata del Gobierno del socialista Pedro Sánchez, que aseguró que "garantizará la seguridad y la convivencia" en Cataluña, en medio de fuertes presiones para que tome el control de la norteña región española.
"Los grupos violentos nos quieren exaltados y divididos. Esa es su única esperanza. Deben encontrarnos firmes, serenos y unidos", aseguró Sánchez desde el Palacio de la Moncloa.
El presidente en funciones informó que mantuvo reuniones de urgencia con los líderes de la oposición, el conservador Pablo Casado, el liberal Albert Rivera, y el progresista Pablo Iglesias, para transmitirles que "la determinación del Gobierno" es "garantizar la seguridad, con firmeza, proporcionalidad y unidad".
Además, Sánchez expresó "todo el apoyo a las fuerzas de seguridad del Estado" ante la violencia vivida en Cataluña.
Los disturbios de la noche de este martes dejaron 125 heridos, 74 de ellos en Barcelona, aunque ninguno reviste gravedad, según informó el Sistema de Emergencias de Cataluña. Además, 51 manifestantes fueron detenidos, de acuerdo con cifras del Gobierno.
Jóvenes encapuchados y armados con piedras se enfrentaron durante horas con la Policía al finalizar una manifestación pacífica y multitudinaria en cercanías de la Delegación del gobierno central, en pleno corazón de Barcelona, donde levantaron hasta 157 barricadas con contenedores en llamas.