Sandra Albarracín explotó el lunes 25 de febrero en las redes sociales.
Venía guardando su enojo desde hacía unos diez años, cuando fue a buscar a sus hijos que estaban al cuidado de Daniel Durán, un vecino en el que confiaban por el trato público que tenía con sus hijos varones mayores, además, enseñaba a jugar al fútbol en el Club Xeneize de Frontera que participa en la Liga de San Francisco.
Había comprado una Play que era un atractivo irresistible para sus hijos y para muchos niños del sector.
Lo que vio desde la ventana hacia el interior de la casa la sorprendió, la dejó sin aliento y la enojó: Daniel Durán, según ella relata, mientras sus hijos jugaban a la Play, se masturbaba a sus espaldas.
Se llevó los chicos y no les permitió volver a la casa del vecino.
Ya en el presente, su hija de 15 años venía diciéndole que el vecino le decía cosas obscenas a su paso.
Ese lunes la adolescente llegó llorando porque nuevamente era acosada en la vía pública por parte de Durán.
Estaban sus hermanos mayores que ya no resistieron más y fueron en su búsqueda. Hubo enfrentamiento y heridos, entre ellos uno de los hijos de Sandra.
En el Hospital, en medio de una crisis de nervios, después de casi una década, el joven le confiesa a su madre que había sido abusado, violado, por Durán durante su niñez.
Lo que siguió fue la denuncia en Rafaela y una catarata de denuncias de jóvenes que contaron situaciones similares vividas cuando niños a manos de este manipulador que no dudó en usar su “poder” como entrenador de Baby o de propietario de un elemento como es una Play, tan deseado por todos los niños.
Durán huyó de su casa, evitó a la policía, pero no logró evitar al papá de los chicos abusados, al marido de Sandra que, junto a algunos amigos, dio con Durán en las inmediaciones de los vagones del FFCC Belgrano en la zona de Barrio La Milka.
La paliza fue importante y mereció la intervención de vecinos, de la policía y del servicio de emergencias médicas para atender a Durán y derivarlo al Hospital.
Aichino, el papá de los niños, fue detenido rápidamente mientras Durán seguía libre. Tuvieron que pasar dos días casi para que la justicia de Rafaela, con más de una decena de casos denunciados, ordenara la detención de Durán y la liberación de Aichino.
La tibia defensa esbozada por algunos amigos de Durán hablaba de una antigua pelea de vecinos que, claramente, se vio desmoronada con las sucesivas denuncias por hechos similares.
Entre los antecedentes del supuesto abusador y violador figuraría una denuncia similar donde habría abusado de tres sobrinas y por la cual estuvo unos días detenido.
Es cierto que todo está en etapa de denuncias e investigación, sin embargo, la cantidad de denuncias con un modus operandi similar, de comprobarse, estarían hablando de un verdadero monstruo sexópata, pedófilo, manipulador, que actuó en la Calle 3 de Frontera por más de diez años.