Semanas antes de las elecciones legislativas de Salta, ya se notaba en el ambiente un hartazgo de la sociedad con la clase política. El ciudadano de a pie no logra encontrar representación en la oferta electoral, está cansado de lo que ya hay y no se deja seducir por las nuevas caras. Y es que en Salta las nuevas caras recuerdan demasiado a las de siempre; y las de siempre siguen ahí, buscando como sea permanecer.
Exintendentes que buscan su permanencia postulándose a concejales, hijos de exgobernadores que pertenecen a esta altura a una casta política. Y las mismas caras de siempre, que se envuelven con distintas banderas, pero en el fondo nada cambia.
Esa era la sensación previa a las elecciones, ese era el ambiente que se respiraba. Y esta sensación se vio confirmada con el resultado de las elecciones.
Tomemos de muestra el caso del departamento Capital, el que mayor número de votantes habilitados tiene en la provincia. De 439.457 salteños habilitados para votar, sólo lo hicieron 282.967, es decir el 64,39% del padrón votó, mientras que el 35% no lo hizo.
Pero no es solamente el ausentismo la forma que los salteños eligieron para protestar contra la clase política, ya que de ese 64,39% que efectivamente emitió su voto, el 12,13% lo hizo en blanco, es decir 34.323 personas. Es decir que el 7,81% del padrón votó en blanco.
Si sumamos al 35,61% de ausentismo el 7,81% de votos en blanco, y el 043% de votos impugnados y observados, nos da que el 43,85% del padrón no votó por ningún candidato, un número que habla por sí solo.