En la madrugada del 1 de mayo, una turba enardecida de vecinos del barrio salteño de Villa Mitre, marchó pidiendo justicia por el crimen de la docente Rosa Sulca, y terminó destrozando el domicilio de la familia de la menor imputada al grito de “asesina”.
La Policía pudo evitar que los vecinos incendiaran la vivienda, y se llevaron tanto a la menor imputada como al resto de su familia a un domicilio desconocido para garantizarles la seguridad.
Se supo que la familia de la adolescente imputada vendía droga en su casa y la plazoleta, hechos que fueron denunciados, pero no hubo respuesta por parte de las autoridades.
También se conoció que la docente, brutalmente asesinada de 17 puñaladas, había pedido ayuda a la policía en reiteradas ocasiones por robos y amenazas, pero tampoco hubo respuesta.
A su vez, la docente llamó al 911 el día de su asesinato pidiendo auxilio desesperada, a lo que las autoridades respondieron tibiamente. Todos estos hechos llevan a pensar que el cruento hecho podría haber sido evitado.
Por el brutal asesinato está acusado Pablo Ezequiel Verón de 18 años y a una adolescente de 17 años. Mientras que el principal imputado se abstuvo de declarar, la menor declaró y se desligó de los hechos.