Cada vez hay menos gente que se preocupa por los demás en un mundo comúnmente envuelto en el trajín de lo cotidiano, y pocas son las personas que se toman un minuto para ayudar a alguien que necesita asistencia. Esta es la historia de un salteño que sí se tomó un tiempo para ayudar, pero es una historia que no termina bien, al menos de momento.
El lunes por la mañana, cerca de las 11, un hombre iba al trabajo en su bicicleta, cuando vio a una anciana ciega que luchaba por cruzar la avenida Paraguay, una de las arterias más transitadas de Salta, a la altura de la pasarela de la Coca Cola. El hombre, sin dudarlo, se bajó de la bicicleta y acudió en ayuda de la anciana.
La mujer aceptó la ayuda y pidió que la ayude a llegar a la parada de la línea 5. Cruzaron la avenida y cuando el buen samaritano regresó su bicicleta ya no estaba, y alcanzó a ver que el ladrón se llevaba su único medio de transporte hacia Villa Palacios.