La estratégica Ruta Nacional 7 que vincula la Capital Federal con Mendoza y Chile quedó sumergida hace más de 12 meses por las aguas de la laguna La Picasa en el extremo sur santafesino. El anegamiento fue en realidad una parte del gran perjuicio que generó el exceso hídrico en la zona, inundando miles de hectáreas productivas.
Lo cierto es que en medio de una severa sequía como la actual, el agua de La Picasa empezó a bajar en forma abrupta y con ello el pavimento de la Ruta 7 quedó otra vez expuesto.
"El panorama es desolador. Además los mayores daños vienen ahora, con el oleaje de la laguna pegando en la tierra debajo del asfalto. Distinto era cuando el agua estaba sobre la calzada", indicó Walter Ramanzín, presidente comunal de Aarón Castellanos, la localidad más cercana a la laguna y que vivió de cerca el temor a los anegamientos en el momento más crítico de la inundación.
Gran parte de la ruta emergió, pero el tramo de más de 10 kilómetros está inutilizado. "El pavimento tiene grietas, la traza está minada de piedras de gran porte y los guardarrail atraviesan el camino. Así quedaron por la fuerza del agua", enumeró Ramanzín en contacto con Vía Rosario.
La Picasa se tragó una obra de ingeniería inaugurada en 2007 y que costó más de 62 millones pesos. Al momento de cortar cintas se pensaba que era una solución definitiva al aislamiento luego de casi una década con la ruta cortada. Se decidió elevar la traza, aunque el año pasado la fuerza del agua volvió a tragarse el corredor.
"Hay quienes dicen que debería volver a elevarse la altura de la ruta, pero yo insisto en que la solución de fondo es que se trabaje en el escurrimiento de la laguna cuenca afuera, así como lograr que se dejen de hacer canales clandestinos aguas arriba que mandan toda la masa hídrica a La Picasa en épocas de grandes lluvias", postuló el presidente comunal.
Si bien la Ruta 7 ya está casi sin agua. Transitar por el lugar hoy es casi imposible. Solo algunos valientes en cuatriciclo logran atravesar el terraplén que tiene múltiples obstáculos. "Yo creo que por más que el agua siga bajando, al menos éste año será imposible que vuelva a circular un auto por allí", analizó Ramanzín.
"El puente que está a mitad de camino en el terraplén y que sirve para equilibrar los niveles de la laguna a ambos lados de la ruta está descalzado en los dos extremos. Además uno supone que falta que bajen unos 60 centímetros más las aguas, ya que si hay viento, el oleaje puede mover un vehículo. Es muy peligroso.", sostuvo.
En los últimos días, el noticiero Telenoche recorrió el lugar y expuso el estado del pavimento en una obra que quedó inutilizada.