Hace exactamente tres años, Rafaela ingresaba formalmente a Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio. Así la cuarentena llegaba a nuestras vidas. Inicialmente, todos pensábamos que era por sólo 15 días. Pero luego, se fue estirando. A la distancia y con el conocimiento de qué deberíamos haber hecho, quizás duró demasiado.
Ese viernes, todo estaba cerrado. Y un día después, el sábado 21, Rafaela tenía formalmente su primer caso de coronavirus. Hacía apenas horas que había empezado la cuarentena y todo era una novedad.
Ese día, María Eugenia González, que había regresado desde el exterior, había decidido aislarse y cumplir con todos los requisitos. Se hisopó porque volvió de uno de los países en donde estaban señalados como uno de los potenciales transmisores del virus. Dio positivo. Era asintomática. Si no se hubiera recluido, quizás Rafaela no hubiera tenido solo 25 casos iniciales.
Martín Racca, apenas 4 días antes, era un médico en un centro médico de la periferia de la ciudad. Pero había asumido como Subsecretario de Salud. “La primera llamada que le hice al intendente fue para decirle que teníamos el primer positivo”, dijo el médico en declaraciones a FM Galena. “Tuvimos que administrar la incertidumbre”, dijo.
El 20 de marzo de 2020 comenzaba a regir el decreto presidencial que determinaba el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio. Todavía no era habitual el uso de barbijo, aunque los requeríamos, al igual que otros elementos que escaseaban: alcohol en gel y guantes. Es que, por aquella época, había un convencimiento de que la transmisión se daba por contacto. En principio, el ASPO sólo duraría hasta el 31 de marzo.
Ese día, fue un mal día: varios contagios y el ingreso de dos personas al Hospital. Uno de ellos sería la primera víctima fatal, el 9 de abril. A partir de allí, la ciudad iría retomando cierta normalidad y recuperando actividades. Pero el 17 de agosto, se dio un nuevo positivo. Faltaban cuatro días para que se cumplieran 4 meses sin casos. A partir de allí, la curva ascendente y el pico de casos hacia final de año. Al primer año, Rafaela tiene casi 7.000 contagios declarados y hasta el momento fallecieron 134 personas.
En este último año, tras tres olas completas, los casos se multiplicaron: ya dieron 26.122 positivos (24.884 en Rafaela y 506 en otra jurisdicción) y fallecieron 344 personas. La última, el 3 de marzo del año pasado: una persona de 100 años. Esto implica la mitad de las bajas de la Guerra de Malvinas (649 combatientes nacionales) o más que todos los fallecidos en el hundimiento del Crucero “General Belgrano” (323).
Pasamos de las imágenes de cientos de camas en el club 9 de Julio, en donde se había establecido uno de los tres centros de aislamientos (los otros estaban en Atlético y en Ben Hur) a la actualidad, en donde los barbijos casi han desaparecido de la vida cotidiana. Se suelen ver en algunos momentos. Pero ya a nadie le llama la atención.
Las escuelas estuvieron cerradas por un año y medio. Para el segundo semestre del 2021, se retomó la presencialidad, en “burbujas”. Y desde 2022, se ha retomado la normalidad en la educación.
Desde el primer caso de COVID - 19 hasta la primera vacuna apenas pasaron apenas 282 días. Hoy, el 94% está vacunado con esquema completo. Y hay hasta quintas dosis. ¿La curiosidad? La gente que reclamaba por las vacunas, después de la segundas dosis, dejó de ir al vacunatorio del hospital.
Al momento de iniciar la pandemia, había solamente 5 camas de terapia intensiva. La capacidad del hospital se multiplicó por 5.
Lejos del dedo acusador y persecutor de las personas que se enfermaban, hoy estar enfermo de COVID ha sido casi normalizado. Al punto tal que casi no hay restricciones: quien tiene un positivo tiene un parte de enfermo por 5 días y después se puede reintegrar a las actividades sociales y laborales, cuidándose con barbijo por otros 5. Sus “contactos estrechos” ya ni tienen que aislarse.