El león fue coronado. El nuevo rey de la selva política argentina, promete poner orden a un sistema cuyos antiguos protagonistas no pudieron -o no supieron- revertir la inercia a la decadencia, ilustrada por el desorden económico, la creciente pobreza e indigencia, la escasez de divisas y reservas, la galopante inflación, y el creciente endeudamiento.
El hombre que viene a romper el modo y las mañas de hacer política deberá insertarse y gobernar un país que sólo le dará un cheque en blanco de muy corto plazo, con las dificultades implícitas de gobernar con el peronismo en la oposición y enfrentar a un sindicalismo que seguramente despertará de su letargo.
El mayor desafío de Javier Milei será armar equipos con profesionales serios y con propuestas claras, que puedan asegurar la mejor versión de su gestión.
Valdría para el nuevo presidente la lección de otro exmandatario -ahora su aliado-, que con promesas de cambio como él, al momento de ejercer el poder repitió la matriz de comportamiento de sus antecesores, condicionado por un modelo establecido -y enquistado- que lo terminó doblegando en sus intenciones.
Sin mayorías legislativas, deberá construir una alianza de gobierno que le permita llevar adelante -al menos- las reformas más urgentes e imprescindibles que propiciara desde sus programas. Tendrá que hacerlo respetando las instituciones y el estado de derecho y sin coartar las libertades bien ganadas en estos 40 años de democracia, mostrando sensibilidad social y propiciando reformas en las que los ciudadanos más vulnerables sean protegidos y asistidos, resolviendo y ordenando la macroeconomía y reinsertando a la Argentina en el mundo de las relaciones internacionales sin claudicar reclamos de soberanía ni destruir los mercados comunes ya forjados.
Sus primeros 100 días de gobierno serán esenciales, para develar hacia donde orienta sus políticas. El dramaturgo y poeta alemán Bertolt Brecht decía que las crisis ocurren “cuando lo viejo no termina de morir y lo nuevo no acaba de nacer”, mientras que el filósofo y sociólogo italiano Antonio Gramsci (a quien también se le atribuye la frase) agregaba que en ese intervalo, entre el ocaso y el naciente, las sociedades suelen engendrar monstruos. Este domingo la Argentina ha parido un nuevo líder para enfrentar su crisis. Si es más de lo mismo, si representa lo nuevo y distinto o es apenas un engendro, lo sabremos con el correr inexorable del tiempo.