Josué Salvatierra y Paloma Gallardo caminaban de la mano la tarde del 30 de enero. Como tantas otras veces, cruzaron las vías del Tren Roca, en Florencio Varela, rumbo a un rincón donde podían estar a solas. A sus familias les dijeron que iban al gimnasio, pero esa habría sido solo una excusa.
A las 18:06, Josué le escribió a su mamá: “Ya llegué”. Dos minutos después, su celular se apagó y, junto al de Paloma, dejó de emitir señal. Esa fue la última vez que se supo de ellos.

Dos días después, entre árboles, pastizales y basura, hallaron sus cuerpos sin vida. Los habían matado a golpes, con una violencia que aún hoy estremece.
Cómo ha seguido el caso
Siete meses después, el doble crimen sigue impune. No hay detenidos, el móvil no está claro y la investigación acumula errores:
- Cámaras de seguridad que nunca se revisaron
- Un relevamiento deficiente
- Una escena del crimen mal preservada.
Las familias, divididas por hipótesis enfrentadas, coinciden en un único reclamo: justicia. Para los Salvatierra, fue un crimen planificado; para la familia de Paloma, un ataque en un contexto de abandono e inseguridad. Mientras tanto, las pruebas se diluyen y la causa avanza lentamente.
Un tercer perfil genético hallado en el lugar alimenta una pequeña esperanza, pero aún no se sabe si tiene relación con el caso. La principal certeza de quienes los amaban es que no fue un robo y que los asesinos actuaron con frialdad.
Qué opina la familia de Josué
En una entrevista publicada por TN, Julieta, hermana de Josué, lo resume con una frase que duele: “El asesino sigue suelto y queremos justicia. Los chicos no merecían morir así“.
“Esto no fue un robo. Fue con conocimiento, con frialdad. A los chicos no los ataron, probablemente para no dejar ADN, y la saña con la que actuaron fue terrible. El campo donde los mataron se prendió fuego al otro día. Sabían lo que hacían. Fue todo muy extraño”, aseguró.