— “Prestá atención a lo que la gente hace, Agustín”.
Me decían de niño haciendo referencia a que no me guiara por lo que decían las personas sino por sus acciones.
¿Qué vale más un hecho o una palabra?
Claro está que las palabras tienen poder. Son capaces de convencer, de generar emociones, de dar vuelta una situación, de revivir un viejo amor. Son mágicas.
Pero ¿cuánto puede mantenerse algo en base a palabras? ¿son estas suficientes?
Mi respuesta es no. A largo plazo hacen falta acciones.
Prestar atención a lo que la gente hace significa no quedarse solo con lo que dice.
Sino ser capaz de ver más allá, de descifrar su accionar.
Porque ahí está la esencia de las personas.
En lo que hacen, en cómo reaccionan, en lo que les nace y lo que no.
Las palabras pueden ser hermosas o hirientes, pero eso no quita que a veces no sean suficientes.
Que más que dichos, para cambiar el mundo hacen falta hechos.
Hay momentos en los que las palabras no alcanzan.
Más allá del aliento que puedan generar, se necesita algo más tangible para demostrar que todavía hay razones para seguir.
Y hay cosas específicas, como el amor, que no se dicen, se sienten y se demuestran.
— “Prestá atención a lo que la gente hace, Agustín”.
Me decían de niño. Fue muchos años después que comprendí que para saber de verdad lo que alguien sentía era necesario ir más allá de lo que podía decir.
Mirar a los ojos.
Prestar atención a los detalles.
Ver sus acciones.
La clave está ahí.