Durante la pandemia, una madre y su hija quedaron sin trabajo y tuvieron que hacer algo para generar ingresos. Crearon su emprendimiento de pizzas que las sacó del lugar en el que estaban hasta que un llamado telefónico se convirtió en una estafa y las dejó en la quiebra.
Tamara y Claudia son madre e hija de Neuquén. En el transcurso de la cuarentena tuvieron que inventar algo rápido que las ayude a poder tener dinero y no estar a la deriva. A pesar de que el fin de semana fueron estafadas mediante una llamada, las mujeres tuvieron un acto de solidaridad: donaron pizzas y empanadas al hospital Heller.
Después de ser estafadas en su negocio llamado EsTamiPizza, la pequeña familia perdió absolutamente todas sus ganancias de la cuenta de Mercado Pago.
El fin de semana pasado un pedido normal se terminó convirtiendo en la peor pesadilla de las emprendedoras. “Un fin de semana normal no es raro que nos hagan pedidos de diez u once pizzas para juntadas de amigos, por eso no desconfiamos, más si se trataba de una empresa que, además, hasta nos pasaron una ubicación real”, afirmó la chica a LMNequén.
Lo único que les resultó extraño a la hora de tomar el pedido fue que les dijeron que para hacer el pago tenían que ingresar un código. “Nos mandó un mensaje y se ve que cuando abrimos eso nos hackeó la cuenta. Para nosotras es complicado porque es la forma en que pagan más de la mitad de los pedidos”, contó Tamara.
Después de hacer la denuncia y que las autoridades investiguen el caso, la Policía comunicó que el llamado de los ladrones fue hecho desde una cárcel de Buenos Aires.
“El número de teléfono era un 011 y nos dijeron que lo rastrearon hasta una cárcel de Buenos Aires. Pese a todo lo malo pudimos ayudar a mucha gente. La doctora que nos atendió en la guardia del Heller nos quiso pagar y no le quisimos aceptar, pero ella insistió para pagarnos y fue ella la que me filmó para compartir lo que había hecho”, detalló.
La gente se conmovió con lo que les pasó a las emprendedoras y quisieron ayudar económicamente, pero ellas prefirieron rechazar el dinero. “Fueron muy generosos, hasta trabajo nos han ofrecido, pero elegimos seguir con nuestro emprendimiento porque cocinar es lo que más me gusta y puedo estar en casa y con mi hijo”, aseguró la joven.
El comienzo del emprendimiento de pizzas
Cuando las mujeres se vieron obligadas a buscar la forma de ganarse el dinero para sus vidas, decidieron empezar a cocinar. Tamara contó que trabajaba en locales gastronómicos y cuando cerró todo por la cuarentena se quedó sin trabajo.
Los primeros meses de confinamiento no fueron tan duros porque pudieron subsistir con las indemnizaciones, pero después se vino lo peor porque la gastronomía no podía retomar su actividad normalmente y los números ya no eran factibles para pagar todas las cosas que uno tiene que hacer mensualmente. Así, Tamara comenzó a cocinar por delivery.
“Primero empecé haciendo empanadas, canelones, lo que me pidieran. A mí siempre me gustó la cocina. Desde hace ocho años trabajaba en gastronomía, por eso cuando analizamos una actividad económica como modo de subsistencia fue lo primero en que pensamos. Además, a mí me daba más tiempo para estar con mi hijo”, contó la joven.
Poco a poco su nombre empezó a sonar cada vez más en la ciudad hasta convertirse en furor para los compradores. Las mujeres hacían combinaciones “que nadie más tenía”. Entonces, sacaban fotos y las compartían en redes, por lo que la gente “se empezó a prender”.