El 9 de abril de 2015, la oficial ayudante Macarena Burgoa, quien luego fue declarada inocente y el sargento Cristian Lucero, cumpliendo funciones en la delegación Vial Norte de la Policía Vial de Mendoza, se encontraban haciendo tareas de seguridad en el Acceso Este y Arturo González de Guaymallén.
Burgoa detuvo a un auto, que circulaba con las luces bajas apagadas. La uniformada le dijo que debía hacer una multa y el automovilista le pidió por favor que no lo hiciera porque el día anterior ya le habían hecho otra por conducir mientras hablaba por teléfono.
Fue entonces cuando intervino el sargento Lucero que le dijo, “la oficial quiere hacerte la multa, así qué tenés para ofrecernos”. Entonces el conductor le respondió que él se dedicaba a hacer planos y que si necesitaban uno, él se los haría. No aceptó la propuesta, y le dijo que le diera su número de celular, que luego se comunicarían. Y así fue: el 11 de abril de 2015 el policía llamó al automovilista y le dijo: “yo estoy donde te paramos la otra vez, en el mismo lugar, tráeme 500 pesos”.
El conductor denunció a Lucero y tras un juicio fue condenado a la pena de dos años de prisión de ejecución condicional e inhabilitación especial para ejercer cargos públicos por el término de un año y seis meses, por el delito de exacciones ilegales.