María De Las Nieves Domínguez (47) cobró el IFE en mayo de 2020, en plena cuarentena por el coronavirus, e invirtió el dinero que le dio del Gobierno para montar su propio emprendimiento. La mendocina compró un horno de tacho a leña e insumos para hacer empanadas, pan y tortitas y se puso un puestito en calle Tirasso de Guaymallén.
A un año del día que el Presidente decretó el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio por la pandemia, María logró salir adelante con su emprendimiento de panificados con el impulso del Ingreso Familiar de Emergencia. Actualmente, la mujer vive en una pieza, pero con el dinero que recauda de las ventas de a poco construye su casa. Además, abrió un merendero en el que ayuda a unos 60 chicos del distrito de Buena Nueva.
“Comencé con el primer ingreso del IFE en plena pandemia. Se me ocurrió hacer empanadas, tortitas y pan casero porque era algo que podía elaborar en casa. Principalmente porque tengo un niño con discapacidad y no puedo trabajar porque dependo de los horarios de mi hijo”, contó María a Vía Mendoza.
Su punto de ventas es el portón de ingreso a su barrio y sus clientes son sus vecinos y quienes la conocen por el famoso “boca en boca”, ya que asegura que “a la gente le gusta lo que yo elaboro”. Además, levanta pedidos por WhatsApp y por Facebook.
Una luz en la oscuridad
Para María haber podido cobrar el IFE significó “poder salir adelante” y considera que fue “un empujón para poder comprar insumos porque yo sé trabajar, pero no tenía ningún otro recurso más que la asignación para empezar”.
“Gracias a Dios sigo manteniendo mi emprendimiento, sigo trabajando y de a poco voy concretando mis sueños. Estoy construyendo mi casa, donde va a funcionar el merendero que abrí hace unos meses”, relató la emprendedora con alegría.
Domínguez trabajó en gastronomía, cuidando enfermos y también se dedicó en distintos momentos a la construcción. “Trato de reinventarme a cada momento”, reveló acerca de su forma de esquivar los obstáculos que se le presentan.
María tuvo una vida muy difícil desde pequeña, sin estudios, y de ya de grande decidió terminar la escuela. “Empecé la secundaria con la ayuda de mis maestros que me tienen mucha paciencia porque puedo estudiar según mis tiempos”, expresó.
En plena pandemia la mendocina también pensó en ayudar a otros, y así nació el merendero El Rincón de la Infancia. Si bien aún no tiene un lugar físico donde recibirlos, María pone un gacebo, una mesa y les da merienda a unos 60 chicos: “Con leche y los insumos me ayudan, recibo donaciones y también saco algo de mis ganancias para comprar lo que hace falta. Tengo dos colaboradoras, Luciana y Melanie, que me acompañan”, explicó.
Y resaltó le llena el alma poder ayudar a tantas familias: “La gente ha visto lo que soy y lo que puedo lograr. Estoy muy feliz de ir logrando mis metas”.