Son muchos los jóvenes que desconocen la adrenalina de ir a alquilar una película al videoclub, de pasar tiempo eligiendo cuál veríamos ese fin de semana, las charlas con los dueños del lugar que te recomendaban cuáles eran las más pedidas. Incluso, cuando estabas decidido, había que llegar temprano para alquilar los estrenos, o aguardar tu turno en la lista de espera por esa peli que semanas atrás había estado en el cine.
Por estos días cierra uno de esos lugares mágicos. Se trata de Videored, un tradicional videoclub del barrio Covimet en Godoy Cruz. Un lugar donde sus dueños supieron adaptarse a los nuevos tiempos y se matuvieron 30 años de pie, gracias a la fidelidad de sus clientes.
Silvia Calcagni y Rafael Bontorno abrieron este local en el living de su casa en 1990. Fue un español al que conocieron en un restaurante el responsable de llevar al matrimonio a poner su propio negocio, ya que él podía venderles las películas a precio dólar.
En ese entonces, Rafael trabajaba como mecánico y ella era ama de casa, por lo que se vieron seducidos por la oferta del español para sumar una entrada de dinero a la casa. “Fue abrir el negocio y había cola de gente esperando para que los atendiéramos. Venían de todos lados porque no había otro videoclub cerca, y algunos alquilaban de a 10 películas”, contó Silvia a Vía Mendoza.
“Mi marido era mecánico y tuvo que dejar de trabajar para darme una mano porque no daba a basto. Abríamos a las 10 de la mañana y estábamos hasta la una de la madrugada atendiendo. Fue algo tremendo”, recordó la mujer sobre esa época.
Videored fue el único local de alquiler de videos por mucho tiempo. Años depués, se sumó competencia en el barrio y alrededores, pero no duraron mucho tiempo.
Reinventarse para seguir de pie
Silvia y Rafael comenzaron con el alquiler de VHS y luego continuaron con los DVD cuando estos salieron al mercado. “Les teníamos un poco de miedo, pero los clientes se fueron acostumbrando y hasta ahora seguimos alquilándolos”, resaltó la mujer.
“También se compraban televisores para ver en 3D, les encantaba. Pero no duró mucho tiempo porque después salieron aparatos mucho más modernos como los pendrive donde se guardaban las películas, y después Netflix”, dijo Calcagni.
Y agregó: “Nos fuimos adaptando a todo lo nuevo, a la tecnología y la gente siempre nos siguió, tenemos clientes que venían desde chicos y ahora vienen con sus hijos. Siempre nos eligieron”.
Treinta años después, el matrimonio decidió cerrar porque ya no se trabaja tanto con la competencia de la televisión “on demand” o a demanda. Además, ambos quieren disfrutar de su jubilación y de sus nietos, ya que sus hijos son grandes y están casados.
Esta semana liquidan sus últimas películas nuevas y usadas a 20 pesos cada una. Y los juegos de play nuevos a 30 pesos cada uno, llevando mas de 5 unidades.