“Nunca me imaginé esto, yo soy de un pueblito muy alejado del fútbol, mi familia es toda del campo y me cuesta mucho expresarme en este momento”, confesó Maximiliano Comba segundos después de que terminara el partido que se definió por la victoria de Gimnasia.
Ya en Gimnasia, Troglio se encargó de llevarlo muy despacio y, tras haberlo hecho debutar en Tucumán, decidió meterlo en el once tripero para enfrentar a Boca. Comba no lo defraudó y demostró que está a la altura de jugar en un equipo de Primera. Ya lejos de los fardos de pasto, las bombachas de gaucho, las alpargatas y las monturas, Maxi no se olvida de su pasado, la familia y el campo.
El joven nació en La cautiva, una ciudad riocuartense y que en su infancia no tenía ni pensado dedicar su vida a jugar al fútbol, sino más bien, todo lo contrario. "Hace 6 años trabajaba en el campo, no pensaba ni quería jugar al fútbol" comentó él mismo.
Según informó 0221, desde muy chico Mazimiliano era especialista en doma de caballos junto a sus hermanos. Luego, a los 10 años tuvo sus inicios en el fútbol pero un año después dejó de jugar para volver a trabajar con sus padres en el campo. Aunque tiempo después Leonardo Rufinengo fue quien lo volvió a involucrar en el mundo del deporte. Leonardo Rufinengo
Luego de deslumbrar a todos en las ligas regionales, el hoy mediocampista recaló en Estudiantes de Río Cuarto. Allí, jugando el Federal A, ratificó que no era una mera promesa sino que ya era toda una realidad y que su potencial le daba para mucho más. En el Celeste, conoció a Pablo Aimar, el cual también tuvo palabras de elogio para con su juego. Tras haber peleado ascensos y dejar una buena imagen, una posibilidad inesperada llegó a mediados de este año.
Tiempo después el Indio Ortíz, se enteró del buen renidimiento que veía demostrando Comba, por lo que no dudó en llamarlo. “Creo que Maxi no va a tener ningún problema en adaptarse a la Primera División. Es un gran jugador, tiene un gran futuro y le va a dar mucho a Gimnasia”, aseguró a mitad de año Marcelo Vázquez, entrenador de Estudiantes de Río Cuarto y quien lo puso como carrilero, apenas llegó de la liga riocuartense.
Ya en Gimnasia, Troglio se encargó de llevarlo muy despacio y, tras haberlo hecho debutar en Tucumán, decidió meterlo en el once tripero para enfrentar a Boca. Comba no lo defraudó y demostró que está a la altura de jugar en un equipo de Primera. Ya lejos de los fardos de pasto, las bombachas de gaucho, las alpargatas y las monturas, Maxi no se olvida de su pasado, la familia y el campo.