El 19 de mayo de 1812 el General Manuel Belgrano arribó a la ciudad de San Salvador de Jujuy para instalar el cuartel general de sus tropas frente al Cabildo y así dar inicio la segunda campaña de auxilio al Alto Perú. Belgrano, que no se sentía cómodo en esta ciudad, adelantó hasta el pueblo de Humahuaca al teniente coronel Juan Ramón Balcarce con sus soldados húsares, pardos y dragones. El General no confiaba en los jujeños y, en una carta dirigida al Gobierno del Río de la Plata, escribió: “¿apelaré a estos pueblos en quienes solo veo la frialdad, y si cabe decir, una oposición formal?”.
Un mes antes, Belgrano, partiendo desde el cuartel general de Campo Santo (Salta), había avanzado por la cuesta del Toro hasta Purmamarca para reconocer el terreno, siendo éste su primer recorrido por tierras jujeñas. Sin desanimarse comenzó un arduo trabajo para revertir la “frialdad del pueblo”. Asimismo, en esos días, recibió la ayuda del Barón de Holmberg, que al llegar a la ciudad fue nombrado jefe del Estado Mayor en lo concerniente a artillería e ingenieros y se dedicó a capacitar en forma inmediata a los soldados.
Aunque informó a Buenos Aires que no recibía un claro apoyo del pueblo, por la mente de Belgrano comenzó a rondar la idea de conformar un cuerpo de caballería que no pase de los doscientos hombres.
“Jujuy, apenas tiene un hijo suyo en el ejército, y este es Don Fortunato Pueyrredón (Zegada). Salta apenas cuenta con dos o tres”, escribió a la capital antes de recibir la información que, desde Humahuaca, Balcarce había sumado a “naturales de la Quebrada y otros lugares, que pasan ya de ciento sesenta los que se están instruyendo en aquel punto”.
Belgrano reconoció a Balcarce esta tarea y, en “Memoria de la Batalla de Tucumán”, editado por la Biblioteca de Mayo, destacó “el reclutamiento de los hijos de la Quebrada, que tanto honor han hecho a las armas de la Patria”. De igual manera, fueron pocos los puneños que se incorporaron en ese tiempo, ya que el Marqués de Tojo, más conocido como ‘de Yavi’, se había sumado al ejército realista con más de ciento diez jóvenes “voluntarios”.
El 19 de junio, cuando ya fueron más los reclutados, Belgrano, en Humahuaca, decidió formar un cuerpo “que se llamará de caballería provisional del Río de la Plata, con solo tres compañías de setenta hombres” al mando del teniente coronel mayor interino Don Juan Ramón Balcarce. Bartolomé Mitre, en su libro “Historia de Belgrano”, escribió “creó así el primer núcleo de la terrible caballería gaucha, que más tarde debía sembrar el terror en las filas españolas. A la vez fortificando la garganta de la misma Quebrada”.
Este hecho fue trascendental para Jujuy y en especial para los quebradeños, ya que tuvieron el honor de ser parte del primer cuerpo de caballería gaucha patriótica. Es uno de los orgullos más grandes que debemos recordar y destacar, junto con tantos otros aportes heroicos de nuestro pueblo a la causa independentista.
El 14 de julio, ante el avance de las tropas españolas, Belgrano dictó un Bando dirigido al Gobernador de Salta y al Teniente Gobernador de Jujuy ordenando “todos tomen las armas para sostener esa misma causa (...). Llevar las armas de la Patria, obtener el título de soldado de ella, será una distinción de las más apreciables que caracterizan a los hombres de bien (...). Amantes de la libertad, á alistarse en las Banderas de la Patria”.
En agosto, el patriota escribió “muchos hijos de esta ciudad se me han presentado ofreciéndose á servir personalmente con sus armas y caballos y al mismo tiempo á poner á mi disposición sus ganados, mieses y demás bienes”, transmitiendo al gobierno porteño su satisfacción por el resultado de la proclama emitida unos días antes.
Sin lugar a dudas, su comportamiento como militar, su muy buena relación con la sociedad jujeña, su constante preocupación por darle una formación estricta a los reclutas y, fundamentalmente, el respeto de los oficiales al pueblo jujeño (a diferencia del trato recibido por los oficiales de la primera Campaña al Alto Perú) generaron un gran apoyo al militar patriota.
CAPITÁN DE LOS PATRIOTAS DECIDIDOS
La nueva relación con los jujeños se vio reflejada en sus numerosos escritos. Siendo General en Jefe del Ejército del Perú, y ante el aporte de los jóvenes recién incorporados, el 1ro de agosto se vio obligado “á formar una compañía de caballería, con el título de ‘Patriotas Decididos’, de la que me he nombrado capitán; a Don Eustaquio Díaz Vélez y á Don Esteban Arce, alférez, a fin de evitar diferencias en el mando”. Lo que nos llena de orgullo de esta comunicación al gobierno central es la expresión “me he nombrado capitán”; con ello, Belgrano demuestra el respeto y la necesidad de tener cerca a estas flamantes incorporaciones que se habían destacado en su formación militar.
El 29 de julio, emitió un Bando dirigido a los pueblos de la Provincia de Salta “para ser reconocidos en toda su jurisdicción”, que comprendía Salta, Jujuy, Santiago del Estero, Tucumán y Tupiza. El Bando establecía el retiro y emigración de los pobladores amenazando a quienes “quisieran traicionar sus órdenes”. La copia fiel, escrita por su secretario Josep de la Baquera, fue enviada al gobierno del Río de la Plata. Doscientos años después de su emisión, la historiadora Dra. Viviana Conti lo encontró en el Archivo General de la Nación, donde se halla actualmente.
José Moldes, ilustre patriota salteño, escuchó el Bando y se ofreció a sumarse al ejército patriota. “Él (Belgrano) me contestó admitiéndome, con todos los hombres que quisiesen ir armados y montados, a su costa, así militares como paisanos; en ese concepto salí el 10 de agosto de dicho año (1812) con 125 hombres armados y montados por sí, los que llenaron de honor a su jefe con su noble comportación”, escribió Moldes confirmando la participación salteña en los Patriotas Decididos bajo las órdenes de Belgrano.
El 19 del mismo mes, Belgrano envió al gobierno del Río de la Plata la lista de la compañía de Patriotas Decididos, “con la noticia del lugar de nacimiento y empleos que han obtenido”. También informó la designación de Moldes como segundo teniente y al teniente gobernador de Jujuy hasta ese momento, Francisco Pico, como segundo alférez. Este listado se encuentra en el Archivo General de la Nación o en el Museo Mitre esperando que algún investigador lo haga público.
Díaz Vélez, Arce, Moldes, González Balcarce, Pico y Araúz (como lo llamaba Belgrano) eran los oficiales que estaban en la retaguardia del ejército protegiendo la retirada cuando se produjo el ataque español en el río Las Piedras. Belgrano, al relatar los pormenores del combate, señaló que, en un primer momento, “la confusión ha sido extraordinaria de parte del enemigo y nuestra”; luego, con el acompañamiento de “artilleros granaderos, húsares y dragones y de la compañía de Patriotas Decididos, logré, como digo en mi parte, derrotarlos y ponerlos en fuga vergonzosa”.
El general Rudecindo Alvarado, en sus memorias, relató su participación en la reunión en la que Belgrano decidió enfrentarse a los españoles en Tucumán, “aceptando los esfuerzos patrióticos que se le ofrecían”.
Desde ese momento todos los trabajos preparatorios se activaron; se organizó un cuerpo de caballería de la juventud más decente y principal con el título de Decididos de Tucumán a imitación de otro de salteños que acompañaban al ejército en su retirada prestando servicios muy importantes. Don Bernabé Araoz partió a la campaña a reunir las milicias ofrecidas, y en toda esa provincia tan patriota no se respiraba otra atmósfera que la del sentimiento de la victoria. Tuve el honor de ser elegido para el mando del cuerpo de Decididos por sus mismos miembros, y quedé muy satisfecho y contento de su conducta en la batalla que tuvo lugar el 24 de septiembre del año 1812. (Alvarado, Rudecindo).
JUJUY, EL ESCUDO DE LA PATRIA
Después del triunfo de la Batalla de Tucumán, Belgrano informó sobre la misma de manera muy detallada y volvió a destacar “las aptitudes de mi compañía de Patriotas Decididos”, como solía llamarlos.
Señaló que una parte estaba compuesta “por los de Cochabamba y Chayanta que formaban mi escolta á las órdenes del teniente coronel Manuel Muñoz y Terraza; dicha compañía la tuve dividida en los cuerpos de húsares y dragones, destinados a los hijos de Tucumán á los primeros, y los de Salta y Jujuy a los últimos; su comportamiento y esfuerzos por el mejor servicio correspondieron á todas nuestras esperanzas y la patria se complacerá siempre con hijos tan beneméritos, que todo abandonaron, sujetándose a la vida más estricta del soldado para salvarla (...). Desde el último individuo del ejército hasta el de mayor graduación se han comportado con el mayor honor y valor; pero debo recomendar muy particularmente al coronel José Moldes, que me ha acompañado en todo, me ha ayudado y manifestado un ánimo heroico, y el deseo de salvar a la patria; a mi edecán el teniente coronel Don Francisco Pico y ayudantes, que estaban a cargo de las tropas jujeñas y salteñas en esta batalla”. (Belgrano, Manuel).
El 20 de febrero de 1813, las tropas españolas volvieron a ser derrotadas por el General Belgrano en la Batalla de Salta con la distinción, nuevamente, de estos Decididos que se habían sumado al ejército patriota. La mayoría de los jóvenes que la integraban continuaron, también, en la tercera campaña al Alto Perú bajo las órdenes del general José Rondeau, varios de ellos como oficiales.
En sus memorias, el general José María Paz se refirió al cuerpo de los Patriotas Decididos diciendo que estaba integrado por jóvenes “a los que se llama decentes”. El general Gregorio de La Madrid, también en sus memorias, le recriminó haber sido tan errático en su definición y no haber expresado en ellas “el recuerdo honroso que merecen los buenos servicios que prestó a la Patria en las Batallas de Tucumán y Salta, el distinguido escuadrón de Decididos (...) de todos los jóvenes decentes que emigraron”.
Muchos de estos bravos soldados ascendieron a la oficialidad por la desconfianza que tenía Belgrano en los que venían desde la partida de Buenos Aires. En una oportunidad, y al poco tiempo de arribar a Jujuy, emitió sus quejas al gobierno central, sentenciando “aún tengo en el ejército oficiales que no son acreedores a serlo, ya por su poca constancia, ya por el terror pánico que les asiste, y también por su malignidad”. Por eso no sorprende el ascenso a oficiales de los recién incorporados, que luego se destacaron en la Guerra Gaucha que dirigió Martín Güemes siendo sus principales jefes en la contención de las tropas invasoras (Arias, Álvarez Prado y de la Corte, entre otros).
Entre los jóvenes que se sumaron a esta compañía de caballería se destacaron los hermanos del Portal, de la Corte, Álvarez Prado, Goyechea, Iturbe, Santibañez, Plaza, Gorriti, Giménez, Arias, Zabala, Estopiñan, Zegada, Puch, Maurín, Medina, Alvarado, Uriburu, Pastor, Lanfranco, Saravia, Ontiveros, Rodríguez “y tantos otros que ofrendaron su sangre por esta causa sagrada de la emancipación”, según lo destaca el historiador Bernardo Frías.
Concluida la guerra de la independencia, la mayoría de estos patriotas participaron del destino político de sus provincias, quedando para la historia este ejemplo de entrega de sus vidas.
Es muy grande la deuda que la Argentina tiene con Jujuy, ya que esta provincia fue el Escudo de la Patria. Toda su frontera norte estuvo en constante acecho de las tropas invasoras hasta 1824. Además de sus varios éxodos, Jujuy sufrió la disminución de la población joven por tantos héroes que engrosaban las tropas para detener el avance de los realistas y, en simultáneo, el empobrecimiento general por todos los aportes que los mayores realizaron al Ejército de la Patria naciente.
(*) Fragmento del libro “¿Güemes es jujeño?”, año 2023.
(**) Periodista jujeño (jorgecalvetti@hotmail.com).