Desde hace siete años la Fundación Rewilding Argentina trabaja para que el rol ecológico del guacamayo vuelva al Iberá. Desde la cuenta oficial de Instagram, el establecimiento expresó que “esta hazaña hoy es una realidad gracias a una gran red de trabajo con instituciones zoológicas y centros de rescate que crían y/o cuidan guacamayos rojos para luego ser liberados en Iberá”.
La Fundación Rewilding comunicó que cinco nuevos guacamayos rojos viven en libertad en el norte de Iberá. Esta ave se extinguió en Corrientes hace unos 150 años. “Con la pérdida de esta especie clave, la salud y regeneración de los bosques de Iberá se resintieron, ya que perdimos un gran consumidor de frutos y dispersor de semillas”, explicaron los trabajadores.
Los cinco nuevos individuos que hoy están en libertad “son fruto del trabajo en conjunto con el EcoParque de Buenos Aires, donde se reproducen y crían ejemplares de guacamayo rojo para donarlos al proyecto de reintroducción en Iberá”.
Poco a poco crecen las poblaciones del gran rojo en el Portal Cambyretá y el Portal Yerbalito del Parque Iberá. También, “crecen las interacciones ecológicas y la salud de este gran humedal”.
“Es un proceso complejo y lleno de desafíos”: la palabra del biólogo de la Fundación Rewilding Argentina
El biólogo Nicolás Carro habló con Radio Dos y contó que el proceso comenzó en instituciones con las que se pueden generar convenio. “Nos enviaron pichones de guacamayos cuando tuvieron, o bien si hay decomiso de gente que tiene en su casa los guacamayos, nos derivan a nosotros y acá se empiezan los procesos de entrenamiento para reinsertarlos en el ambiente natural”, expresó el profesional.
Para el biólogo de la fundación “es un proceso complejo y lleno de desafíos”. Para Carro “siempre es más fácil trabajar con los pichones, ellos están solo en contacto con los padres, son más preparados que uno que creció en cautiverio, no tiene una dieta adecuada y se necesita más trabajo”.
Los trabajadores de la fundación intentan que el proceso sea de tres meses, “la cuarentena les lleva un mes aproximadamente, y después sí empieza el proceso de entrenamiento, lo normal es que se haga un entrenamiento físico, se le enseña a moverse en una tacuara alta, que tiene un trozo de rama bien arriba, luego vuelan de una a otra flecha, y terminan haciendo vuelos de 30 metros, aspiramos a que terminen con 30 vuelos diarios””, detalló el biólogo.
El especialista aclaró que la idea es no generar un vínculo porque son tres personas como responsables y tienen tres voluntarios. “Intentamos que las personas seas distintas todos los días y que el entrenamiento también sea distinto. Es importante para nosotros reconocerlos a ellos”.
Si las aves empiezan a interesarse por las personas, corren peligro porque está la posibilidad de que los dañen o los maten. “Normalmente a partir de los 2 años estarían cercanos a lo que es la vida de un adulto, pero entre los 4 y 6 años no están en condiciones de formar una pareja, recién a los 5 años empiezan a buscar, se juntan con hembras o machos y les toma 2 años establecerse como pareja”, agregó.
Por último, Nicolás dijo que si ponen huevos y los pichones sobreviven es probable que se establezcan como pareja estable, pero si los pichones mueren puede que se busquen otra pareja. “Son monógamos la gran parte del tiempo”, concluyó.