La noche del 27 de noviembre de 1997, Marcela Apanian cenaba en el restaurante La Parentela, del centro de la ciudad de Córdoba, sin sospechar siquiera que su vida cambiaría para siempre.
En el restaurante, ubicado en Pueyrredón casi esquina La Cañada, en lugar de una gaseosa le sirvieron soda cáustica. Los daños en su boca, laringe y en su aparato digestivo fueron de extrema gravedad.
A 23 años del sonado caso, todavía no recibió la indemnización correspondiente y así lo reflejó en una entrevista con Total es sábado, programa que se emite por El Doce.
"A Juan de Dios Castro (propietario del restaurante), le dieron tres años de cumplimiento de tareas comunitarias, y dos años de inhabilitación para ejercer actividad comercial. Y no cumplió en ninguno de los casos. Para las tareas comunitarias iba al Hospital Córdoba, donde yo trabaja, y lo veía que sólo se cruzaba a tomar café", apuntó.