La columna literaria de Magdalena Giorgio

Como cada semana la joven escritora concordiense nos acerca un poco de su arte en palabras.

La columna literaria de Magdalena Giorgio
Magdalena Giorgio

DÍA 11

Mis pensamientos son como un hilo al cual necesito darles aire, sino, todo anda amontonado en mi cabeza y el azul se choca con el rojo y el rojo con el negro y dejo de encontrarme, no sé dónde estoy entre tantos colores manchando mi existencia. Soy como uno de esos pescadores van con su lanchita a pasar horas mirando un horizonte marrón lleno de peces que no se ven, pero que ellos igual confían, están ahí. Salgo a la búsqueda de pensamientos que me abriguen, que me hagan sentir cálida. Salgo en busca de algo que sé que me pertenece pero que todavía anda suelto. Todo está afuera. Aunque después suba y escriba en un cuarto de madera, todo esta afuera. Acá adentro soy como un pez esperando el fuego. Dispuesta a que abran mis tripas y saquen la podredumbre que contiene un río.

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Papá me atiende en su casa casi en pijamas. Tiene un joggin azul y una remera que usaba para ir al río a pescar. Decía, San Luis, en blanco y algo sobre que era lugar más lindo de la Argentina, pero ahora no se ve nada, esta todo borrada. Hay un fantasma sobre el pecho de papá. Me dice que quiere comer milanesas con papas fritas, yo le digo que las haga porque si pedimos vienen frías y llenas de aceite. Me dice que bueno pero que yo pele las papas. Mientras cocinamos le pregunto si él se siente bien, si se sientel bien con la vida que lleva . Me mira de reojo y se ríe, te estoy preguntando algo profundo papá, lo reto empujando su cuerpo grande con el mío. Me dice que está tranquilo, y que uno de sus clientes le quiere regalar un cordero para agradecerle. Esas cosas, agrega papá, esas cosas son las que quiero que estén.

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Le brilla la cara, los ojos, el cuerpo, sus pies.
Le brilla la cara, los ojos, el cuerpo, sus pies.

Mamá va a empezar a pintar. Quiere hacer unos cuadros para el cuarto nuevo de mi sobrino. Dice que tal vez ahora ella sea la artista de la familia. Mamá no se cree lo suficientemente inteligente como para ser artista. Ella habla de una inteligencia emocional que no posee, solo dice que cuando era chica quería ser bailarina. A mí me da curiosidad entender cómo piensa. Mamá gana todos los años el premio a la reina de la fiesta cuando festejan fin de año con su grupo de amigos. Toda la noche se la pasa bailando . Le brilla la cara, los ojos, el cuerpo, sus pies. Cuando baila en el medio de la pista, la veo de cinco años, yendo a una clase de ballet clásico con un rodete estirado y una malla al cuerpo.