Federico Mariel vive en Villa Carlos Paz y forma parte de la Escuela de Guías de Montaña ISAU (Instituto Superior Umberto Illia) de esta ciudad. Actualmente está instalado en Vallecitos, un paraje cordillerano de Potrerillos, Mendoza. Sus días transcurren allí, a 3000 m. sobre el nivel del mar y rodeado por el paisaje único que regala la Cordillera de los Andes.
Su amor por la montaña lo llevó a muchos lugares y le regaló un sinfín de experiencias, pero la historia que le tocó vivir hace pocos días sin dudas dejará una marca en todos sus protagonistas. Esta historia tiene que ver con la montaña, y con los lazos que se crean entre quienes sienten y comparten esa pasión.
Todo comenzó cuando 3 cordobeses, que se encontraban escalando en uno de los cerros ubicados Vallecitos, quedaron enriscados. Los montañistas Ernesto Isidoro Suárez Bugatto (50), Pablo Luis Botta Casiva (51) y Jorge Eduardo González Bochino (62) habían decidido escalar el cerro “El Rincon” que se encuentra sobre el Cordón de Plata, a más de 5300 m. y que presenta una dificultad extrema para la práctica de escalada. Allí se combinan 3 elementos complejos: roca, hielo y una angulación muy pronunciada.
Dispuestos a lograr el cometido tomaron un circuito denominado “La Supercanaleta”, una vía, que quienes están en el tema reconocen por su dificultad. En Vallecitos hay muchos cerros, pues se trata de un cordón montañoso muy extenso con opciones de distinta complejidad para la escalada. Pero quiso el destino, y también la seducción que despliega la montaña sobre sus enamorados, que estos tres amigos eligieran el desafío más complicado del lugar.
“La supercanaleta es una ruta que todos los que conocemos de montaña, sabemos que es muy complicada, es muy técnica y hace falta mucha experiencia y muchísimo material como arnés, casco, piquetas, tornillos de hielo. Bueno, muchísimas herramientas para poder progresar en el hielo, en la nieve y en las rocas” cuenta Federico Mariel en su relato de lo acotencido.
Ya con la aventura en marcha, al grupo se le presentó un inconveniente que sería definitorio en el devenir de esta historia: un desprendimiento de piedras lastima a un integrante del grupo y la travesía queda en suspenso. Entonces Federico continúa con su narración: “Se produjo un desprendimiento de piedras y uno de ellos, el más experimentado del grupo, resultó con un golpe en la cabeza y su casco protector partido. Eso lo dejó bastante inhabilitado, ya que también se lesionó la pierna izquierda”.
Las cosas se complicaron bastante. No podían ni escalar, ni rapelar y tampoco bajar. Entonces los montañistas se dieron cuenta que estaban atrapados y que lo que seguiría sería difícil. Las horas pasan y no hay comida, ni bebida. Cae la noche y el frío se siente como agujas en el cuerpo. Dos noches pasaron varados en la ladera del cerro, dos noches en las que la temperatura llegó a 20 grados bajo cero.
La suerte de estos andinistas comenzó a cambiar cuando dos guías de montaña que se encontraban haciendo base en el campamento Santo del Agua, informaron al refugio en donde se encuentra Federico que un pequeño grupo de andinistas había tenido algún inconveniente. Habían pasado más de 30 horas.
Entonces se emitió una alerta y se dispuso un helicóptero para emprender el rescate. Pero las cosas seguían complicadas, puesto que los montañistas se encontraban en una zona muy dificultosa para la evacuación aérea. Se confirmó la sospecha: la única posibilidad de ayudar los andinistas pedidos era por tierra y el grupo de ayuda debía emprender una importante escalada para salvar a sus camaradas. En tanto, se montó un importante operativo de rescate.
En tanto Federico explica como, ante el alerta sobre estos hombres que habían tenido un problema “arriba” no dudaron. “Apenas nos dimos con la noticia de que no podrían ser ayudados con el helicóptero, con nuestro equipo de decidimos salir y dirigirnos hacia arriba para ver que estaba sucediendo. La patrulla sabía que íbamos a encarar la subida y estaban atentos a los que necesitemos”
El equipo al que se refiere Federico estuvo conformado por 7 montañistas, entre ellos Pablo Gasparini, íntimo amigo de Federico, también carlospacense, con quien comparte la pasión y el entrenamiento. La noche que pasaron para poder llegar hasta donde estaban los que habían sufrido el percance fue tremenda. Pero el objetivo era claro: traer sanos y salvos a los montañistas que habían sufrido un incidente.
“Pasamos una muy mala noche, sufrimos de mucho de frío, pero confiamos mucho entre nosotros. Ale, Pablo y yo más 4 chicos de la patrulla fuimos los que estuvimos toda la noche allá arriba para llegar hasta donde se encontraban”
Así fue que el grupo de rescate finalmente llego al sitio en donde estaba atrapados los andinistas cordobeses. El primer paso para escibir un final feliz ya estaba dado y a primera hora de la mañana comenzó la maniobra de rescate. “El paso siguiente fue descender hasta un punto en donde la extracción fuera posible en helicóptero” comentó Federico.
Federico y sus compañeros del equipo de rescate fueron los primeros en tomar contacto con estos 3 cordobeses infortunados en el Cerro “El Rincón”. Apenas se encontraron con ellos comenzaron a rehidratarlos y brindarles comida para compensarlos y terminar de escribir un final feliz para esta historia de montaña.
“Si bien éramos 7 los que estábamos arriba abajo hubo una movilización muy grande y mucha solidaridad en la comunidad del montañismo, participaron más de 110 personas en de este rescate. Tanto para armar campamentos intermedios y llevar comida como ayudar a bajar las víctimas en algunas partes. Lo positivo es que, a pesar de lo inhóspito del invierno, que hace mucho frío, tocó un buen clima. Si hubiera habido tormenta o más viento, no hubiéramos podido realizar esto, este trabajo. Así que ahora no queda más que agradecer, principalmente a mis compañeros y a cada una de las personas que vinieron a colaborar en el rescate. Así que estamos muy agradecidos, muy contentos de que estas personas están vivas y que nosotros, los rescatistas, que estuvimos ahí, también estamos muy bien”, finalizó el relato Federico Mariel y nos dejó muy en claro que entre montañistas hay mucho más que una pasión compartida.