Valeria Benítez Coll, exparicipante de Combate, sintió la necesidad de contarle a sus seguidores el calvario que vivió junto a sus tres hermanas por culpa de los abusos de su padre y publicó una carta en sus redes sociales titulada "Mi verdad, mi historia de abuso sexual".
La joven comenzó diciendo que quería contar quien era ella verdaderamente. "Por mucho tiempo, muy a mi pesar, mi vida fue una mentira", comenzó diciendo y aditió que esto la expone a ella pero también puede servir a otros para afrontar situaciones y salir adelante.
La ex Combate contó que su familia está compuesta por sus padres Pablo y Liliana: "Un matrimonio muy católicode padres de estudios y muy trabajadores", detalló. Además, están sus hermanas: Ana Laura, Cecilia y Ludmila.
La joven contó como fue su infancia y la relevancia de la Iglesia en sus vida pero admitió que todo era una "apariencia". "Detras de ese circo de familia del bien estaban Pablo y Liliana, mi papá quien abusó sexualmente de sus cuatro hijas y mi mamá quien teniendo cuatro hijas abusadas durante años jamás lo pudo ver... o no lo quiso ver", fueron las duras palabras que se leen en un pasaje de la carta.
"Fueron años de no entender. Por qué quien es tu papá, la persona que dice amarte y cuidarte usa tu cuerpito de niña para satisfacerse sexualmente. Te deja perturbada, asustada, confundida, inexplicablemente triste, angustiada, culposa. Te hace sentir sucia, te da asco, pero a la vez es tu papá, y lo amás", sigue el relato.
Luego de un tiempo, Pablo habla a solas con Valeria y le dice que "los mimitos de papá no tengo que dejar que me los haga nadie y que papa tampoco va a volver a hacerme mimitos". Esto fue cuando la pequeña llegaba la adolescencia y fue en este etapa que descubre a su padre abusando de Ludmila, la menor de la familia.
Con esta situación se empezó a preguntar si el resto de sus hermanas también habían sido abusadas por el hombre que debía cuidarlas y tristemente lo confirmó. Ahí las mayores juntas se dieron cuenta que por más que habían pasado por la misma tortura los sentimientos eran distintos: "Ceci me dice que no lo puede ni abrazar por el asco que le genera. Ana me dice que lo perdona, porque es su papá y que lo ama.
Las mayores sospechaban que su madre sabía de esto, pero la ex Combate no podía creer que así fuera. A los 16 acudió a una psicologa pero la eligió su padre: "Dice que quiere que sea una psicóloga cristiana para que se rija con nuestras mismas creencias", relata y deralla que su padre pidió llevarla él.
En la primera sesión Pablo entró primero a hablar con la profesional y le "confesó" que había abusado de su hija. La joven en ese momento pensaba que lo había hecho para cuidarla a ella y que la psicologa sepa de antemano que era lo que pasaba con ella pero con el correr del tiempo se dio cuenta que fue para cuidarse él de lo que Valeria podría contar.
"Lo loco de toda esta secuencia es que fui durante tres meses a esa psicóloga, me llevaba y me traía mi papá, hablábamos con ella sobre el abuso la hora de sesión, terminaba la hora la psicóloga abría la puerta y me entragaba a mi papá, nos saludaba y atendía a otro niño", detalló.
Con el correr de los años la situación se hizo insostenible y Pablo comenzó a tener actitudes violentas. "Ya no aguantamos más. Ya no nos callamos más", eso sentían en 2012 pero los miedos de como reaccionarían sus familiares y que pasaría con ellas se hacían cada vez más grandes.
"Un día le confesamos a mamá que habíamos sido abusadas por mi papá. Más presisamente se lo cuenta él, despues de una discusión con Cecilia donde ella a los gritos deja todo en claro", relata y asegura que ese fue el peor día de su vida, a los 17 años.
Su madre se quebró en llanto y se fue a hablar con su marido. La menor estaba de viaje y las otras tres hijas se habían ido de su casa, pero regresaron por miedo a que le pase algo a Liliana. "Pablo se levanta y dece 'las dejo hablar tranquilas' y se va a la pieza, ni siquiera se va de la casa", recordó.
En medio del shock, la mujer rompe en llanto y jura que no sabía el tormento que habían sufrido, pero admitió que hubo indicios que la hicieron sospechar pero no quería abrir los ojos para "negar lo que realmente era su esposo". Es por esto que Valeria la señala como cómplice: "Lo supo y no hizo nada".
"No solo no lo denunció, sino que no hizo nada [...] al día siguiente comimos asado, toda la familia junta. La bomba nunca explotó, se tapó aún más", lamentó y contó que con el correr del tiempo y una relación insostenible, pidieron que el hombre se vaya de la casa.
Pero por Ludmila, que padecía una enfermedad terminal, siguieron simulando ser una familia hasta que la menor les confiesa a sus hermanas que había sido abusada por Pablo. Furiosas le contaron a su madre y ella solo atino a decir que "es un hombre enfermo" y con un psicologo se iba a curar.
A los meses se enteró tada la familia, dijeron entender la situación pero Pablo seguía formando parte de sus vidas y no había denuncias en su contra. "Nuestra madre continuó teniendo una relación de amor marital con nuestro abusador", asi se resume el calvario que atravesaron y la falta de contención de las cuatro jovenes.
La primera denuncia se hace en 2015. "Una tía denuncia los abusos de Ludmila ya que ella aún era menor [...] hizo hasta donde pudo pero no estuvo para acompañarnos", detalla y cuenta que cuando su mamá fue notificada de la denuncia llama a Ludmila y le reclama por lo que había hecho. Llegó a amenazarla con deharla sin tratamiento para su enfermedad.
La denuncia en la Fiscalía n° 10 de Morón no prosperó, al igual que la que hizo Cecilia en 2016. Dos años despues, en el tercer intento Pablo Benítez Coll fue procesado por "abuso sexual gravemente ultrajante y que cumple prisión preventiva desde el 25 de julio de este año.