El consumo sigue muy flaco debido a la caída real de los ingresos de los argentinos por la alta inflación. Y según datos de julio, bajaron las ventas con tarjetas de crédito.
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Las operaciones en pesos con tarjetas de crédito cayeron 3,5% mensual en julio. Se trata de la peor caída en un año. La operatoria con plásticos pero en dólares bajó 19,3% respecto de junio.
De esta manera el consumo, motor del 70% del Producto Interno Bruto de la Argentina, sigue golpeado y no está resultando sencillo el rebote económico.
No son números para desatender. La caída del 3,5% en las compras con tarjetas significa unos 36.071 millones de pesos menos en el saldo de endeudamiento familiar en el mercado en comparación con junio.
Si se compara contra julio de 2020, se observa que la operatoria con tarjetas de crédito ascendieron 42,8%, alza que estuvo varios puntos por debajo de la inflación, que se había ubicado en torno al 48% (el dato oficial se conocerá el 12 de agosto).
Guillermo Barbero, analista y socio de la consultora First Capital Group, evaluó que durante julio se sintió el “efecto aguinaldo”: muchas familias que venían pagando el mínimo en sus vencimientos, aprovecharon el ingreso adicional para reducir su deuda.
De esa manera se conjugaron un menor consumo y la recuperación de los límites de crédito, lo cual podría ser utilizado más adelante. Según Barbero, el lanzamiento del programa “Ahora 24/30” tendrá efecto sobre el crecimiento de los saldos durante agosto y el resto del año.
Si se analiza la conducta semestral de esta línea de crédito, se observa que el uso de la tarjeta de crédito para compras en pesos subió 8,6%, mientras que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) anotó un alza del 25,3% en ese mismo período.
Datos oficiales analizados por Firts indican también que la línea de préstamos personales creció en julio un 2,2% mensual, encadenando su décimo cuarta suba consecutiva. Sin embargo, el dato anual muestra un alza del 33,8%, casi trece puntos por detrás de la inflación.
“En la medida que no tengamos nuevos cierres de actividades, es de esperar una recuperación de los valores de esta línea pues los mismos se encuentran en valores relativamente bajos”, consideró Barbero.
La caída del poder de compra
Para Natalia Motyl, economista de la Fundación Libertad y Progreso, la caída del consumo tiene una explicación: el poder de compra de los trabajadores sigue perdiendo terreno ante el avance arrollador de la inflación, que está desacelerando pero aún está en niveles muy altos.
Por ejemplo, las ventas de los supermercados a precios constantes de diciembre de 2016 sumaron un total de 23.395,0 millones de pesos en mayo, lo que representó una caída de 2,6% respecto del mismo mes de 2020.
Según el último dato oficial publicado por el Indec, el índice de salarios aumentó 2,8% en mayo respecto de abril y subió 40,7% anual, muy por detrás del alza del 48,8% que había registrado en promedio de los precios minoristas.
De acuerdo con un informe de la consultora Ecolatina, la inflación de julio fue de 2,6% y acumuló 28% en los primeros siete meses. Así, la suba de precios estaría por debajo del 3% por primera vez en nueve meses, mostrando una desaceleración. Para la consultora Orlando Ferreres & Asociados, la inflación de julio fue de 2,7% y registró un alza anual del 46,5%.
Según la Fundación Libertad y Progreso, el índice de Nivel de Vida de los Trabajadores (INVT) bajó en mayo 4,2% respecto a la Canasta Básica Total (CBT) y 6,6% respecto a la Canasta Alimentaria (CBA).
El INVT mide la evolución de los salarios de los trabajadores argentinos, deflactado por la evolución de la canasta básica total, desde abril de 2013, utilizando hasta abril de 2016 la serie de FIEL, porque durante la gestión de Cristina Fernández se dejó de publicar la CBT.
De acuerdo con este indicador, el poder de compra de los trabajadores ha empeorado desde que asumió el gobierno actual en 1,9 puntos porcentuales, y desde agosto 2013 ha caído la friolera de 43%.
Motyl opinó que, a juzgar por los datos, “los trabajadores se han perjudicado por las políticas económicas llevadas adelante por el gobierno en un año y medio de gestión. La situación es dramática: más de 90.000 comercios quebrados, 41.000 PYMES que cerraron y una inflación que se estima que va a cerrar el año en un 50%”.
“Medidas coyunturales”
Para Aldo Abram, director ejecutivo en la Fundación, el gobierno está “tomando medidas para lograr una mejora coyuntural de los salarios antes de las elecciones, pero que desaparecerá después de ellas”.
En ese sentido, Abram dijo que las paritarias que reabrieron están cerrando incrementos actualizados, pero que siguen por debajo de la inflación proyectada. “Al principio las subas se sentirán con mayor intensidad, pero luego se irán licuando”, expresó.
También ayudará la baja del impuesto a las Ganancias para los asalariados y el congelamiento de las tarifas, con el que se subsidiará en forma incremental a los consumidores hasta después de las elecciones pero es insostenible desde lo fiscal, dijo Abram.
“Lo mismo pasará con el ancla cambiaria que se está implementando actualmente y cuya futura corrección implicará grandes aumentos de precios en los meses siguientes al sufragio de la gente, como en 2013-14”, agregó.