En conversaciones con familiares y amigos, no hay acuerdo ni punto medio sobre si existe o no la amistad entre el hombre y la mujer. Lo que sí es seguro, es que este tipo de relaciones conlleva sus riesgos. Según escribe la periodista María Florencia Pérez, en un artículo para Revista VIVA: "Los amigos con derecho a roce son cómplices en la vida y en la cama también, pero tienen muy claro que son una potencial pareja. Saben que el enamoramiento es una frontera que no deben cruzar; que deben ser muy cautos y claros para no generar malentendidos; que los acuerdos se respetan a rajatabla y que la intimidad tiene un límite llamado romanticismo".
La cuestión ha cautivado desde escritores de novelas, hasta directores de películas. Incluso, la periodista Verónica Malamfant, publicó el libro "Amigos con derecho a roce: manual de abusos y costumbres", donde explica: "Descubrí un nuevo mundo de las relaciones humanas donde la regla era simple y clara, no enamorarse, sexo con reglas y sin compromiso. Nada de histeriqueo, sólo la confidencia que plantea una relación íntima y sexual, donde se comparten cosas, pero donde ambos son claros, sin engaños ni celos. Una relación de goce únicamente".
En la teoría parece fácil, como si se tratara de un contrato con pautas y cláusulas a respetar. Pero en la práctica puede llevar a confusiones que pongan en riesgo la amistad. Sin embargo, es una modalidad que, según el mismo artículo, cada vez consigue más adeptos. "Siento que no estoy hecha para las relaciones de pareja típicas, me generan bastante claustrofobia (...) En cambio, estar con un amigo es perfecto porque te cuida, te conoce y al mismo tiempo no te ata como un novio", cuenta Camila, una abogada de 28 años a VIVA.
Para el psicoanalista, Luciano Lutereau, este cambio de paradigma está relacionado con el empoderamiento de la mujer, que cada vez más se anima a vivir sus sexualidad de forma más libre. Y además, señala: "Es la oportunidad de vínculos de mayor cuidado y con un compromiso no impostado". Según el artículo, si existiera una serie de mandamientos para este tipo de relaciones, algunos de los puntos clave serían: no enamorarse y, ante todo, mantener la confianza, la comunicación y el afecto, para equilibrar expectativas.