Tras casi seis décadas, un Castro no estará al mando de Cuba. Luego los gobiernos de Fidel (1959-2008) y Raúl (2008-2017), el vicepresidente Miguel Díaz-Canel asumió la presidencia este jueves.
Nacido tras la Revolución Cubana, Díaz-Canel se graduó de ingeniero electrónico en 1982 y trabajó como oficial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) en la Unidad Militar 3875 hasta 1985. En 1989 ingresó como dirigente en la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) en la provincia de Villa Clara, y dos años después se integró como miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.
En 1994, durante el pico de lo que fue la crisis económica desatada tras la caída de la Unión Soviética, asumió como primer secretario del Comité Provincial del PCC en Villa Clara. Allí, desarrolló una reputación como un dirigente eficiente y un "hombre del pueblo", y se caracterizó por impulsar reformas en la vida cultural de la provincia. Entre estas se incluye la apertura y apoyo a "El Mejunje" en la ciudad de Santa Clara, el primer local en acoger espectáculos de travestismo en Cuba.
Nueve años más tarde, no solo fue designado fue designado primer secretario del PCC en Holguín, sino que también ingresó al Politburó, el órgano más poderoso del PCC, con tan solo 43 años. Apadrinado por Raúl Castro, en 2009 asumió como ministro de Educación Superior, y en 2013 se convirtió en su vicepresidente, reemplazando a José Ramón Fernández Álvarez.
Ahora, como presidente, Díaz-Canel se enfrenta a varios dificultades: una economía en problemas, un PCC dividido respecto a los alcances de las reformas "raulistas", y el incremento de una desigualdad generada por expansión del sector privado y una contracción del Estado, según analiza Foreign Affairs.
Por otra parte, la isla se sigue recuperando del desastre que causó el Huracán Irma, sufre una reducción en los subsidios al petroleo de Venezuela, y se enfrenta a limitaciones impuestas por Estados Unidos, ya que Donald Trump anunció un incremento de restricciones y medidas que afectan negativamente la relación entre ambos países.
A diferencia de Estados Unidos, el resto del mundo se está interesando cada vez más en involucrarse en Cuba: la Unión Europea está proveyendo asistencia para el desarrollo político y económico de la isla, firmó acuerdos sobre agricultura sustentable y energía renovable, e incluso Suiza ofreció ayuda para mejorar su régimen impositivo.
Asimismo, Rusia y China perdonaron grandes deudas o las reestructuraron y realizaron millonarias inversiones en Cuba. Algo similar hicieron los acreedores del Club de París, y el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Centroamericano de Integración Económica proveen apoyo a reformas económicas.