"Pidan la pelota, loco, dale; ayuden un poco al presidente que está haciendo un esfuerzo muy grande y no le saca el culo a la jeringa". Aníbal Fernández, el todoterreno de los doce años de gobiernos kirchneristas, transparentó en los medios una opinión extendida entre simpatizantes del Gobierno nacional: cierta falta de protagonismo de la primera línea presidencial con una consecuente ultra exposición de Alberto Fernández.
"Salvo el Presidente, nadie se ocupa de la comunicación. Como cuando en el fútbol los volantes se esconden y nadie pide la pelota", ejemplificó Aníbal Fernández.
"Mi interpretación es otra, distinta a la de Aníbal: cuando los ministros no hablan es porque el Presidente les dice que no hablen", dijo a este medio el analista político Gustavo Marangoni. A su entender, Alberto Fernández, desde el inicio de su gobierno, necesitó tener centralidad política para despejar los comentarios del "doble comando" (con Cristina Fernández) que le enrostraba el macrismo. "Alberto es el gran comunicador de su gestión. No es que los volantes no pasan la pelota, es que acá el nueve, es un comilón y no la juega. Así le gusta a Alberto, es un estilo", agregó el director de la consultora M&R Asociados.
"No tengo dudas de que Alberto Fernández debe ser el presidente que más entrevistas concedió desde 1983 a la fecha, y probablemente antes, también. Ejerce la Presidencia como si fuera su jefe de Gabinete", opinó el politólogo Lucas Romero. El diario La Nación contabilizó 65 entrevistas y 18 conferencias de prensa de Alberto Fernández como presidente.
Pero lo que puede ser saludable en términos democráticos, tiene sus riesgos en el terreno político. "Yo veo un error desde el punto de vista de la comunicación -dijo Romero-. Si el jefe de Gabinete o un ministro pifia en algo, tiene detrás al Presidente. Ese margen de error no lo tiene Fernández".
"¿Por qué no hablan los ministros? Y, las veces que hablaron cometieron errores, desde Ginés al comienzo de la pandemia, o Santiago Cafiero (con su análisis contrafáctico sobre cómo hubiese actuado el gobierno de Macri frente al Covid19). Creo que Fernández, por la gimnasia que tiene, le preocupan esas cosas. No le resbalan y por eso inhibe a sus propios ministros", dijo Romero. Para el analista, "en la vocería, el gobierno carece de un Aníbal o un (Carlos) Corach".
Marangoni coincide en este punto: "Las encuestas empiezan a mostrar ciertos descensos desde buenos niveles (de la imagen presidencial); aparece cierto desgaste por dar siempre la cara. Por eso suele decirse que los ministros son los fusibles; un presidente jamás puede serlo".
Para Marangoni "se empezó a instalar en propios y extraños la idea de un gabinete medio flojito en algunos aspectos y eso empezó a generarle marcas al Presidente".
“Hay cosas extrañas: estamos en una depresión económica tremenda y nadie advierte, reclama o señala que el ministro de Economía haga un comentario. Guzmán no dijo nada sobre el 24 % de caída de la actividad en abril, porque todos damos por sentado que es el ‘ministro de la Deuda’”, apuntó Marangoni.
Romero opinó que "salvo algunos, no hay volumen político en el gabinete. Felipe (Solá) lo tiene, pero, claramente, está postergado". El exgobernador bonaerense fue un hombre clave y omnipresente en la campaña electoral; también durante el verano, en la gira europea de Fernández en busca de apoyo para la renegociación de la deuda. "Creo que hubo la necesidad de cumplir un compromiso político, que era darle la Cancillería, pero esa decisión no fue acompañada con la definición de un rol jerarquizado en el gobierno. Solá es canciller, pero (Jorge) Argüello tiene una suerte de sucursal de la Cancillería en los Estado Unidos, con temas muy relevantes a su cargo", opinó Romero.
La controversia respecto al "volumen político" del gabinete quedó expuesta este miércoles, al reforzarse los controles de tránsito en el AMBA por la cuarentena. Cuando una ambulancia quedó atascada en uno de los accesos, apareció Sergio Berni, el ministro de Seguridad bonaerense. Con su tono militar y ejecutivo, dio órdenes (aún a las fuerzas federales) y resolvió el problema. La ministra de Seguridad nacional, Sabina Frederic, fue el jueves a supervisar los controles de tránsito. Tarde, quizás. Para ese entonces, Berni ya llevaba varias entrevistas, parado en el centro el ring, jurando su lealtad (concepto sagrado para el peronismo), al gobernador Kicillof, y recordando con elogios a Alicia Kirchner, de quien fue funcionario en Santa Cruz y en la Nación.
Aníbal Fernández fue nombrado por el Presidente, interventor en Yacimientos Carboníferos Río Turbio. Públicamente ha dicho que no es jefe de Gabinete porque no es una decisión que dependa de él. Preguntado por la periodista Nancy Pazos, sobre Santiago Cafiero, dijo que no le gustaba calificar. Pero también dijo que "el que tiene que darse cuenta si Cafiero está verde es el Presidente" y que él, Aníbal, tiene muchos años de experiencia para ofrecer "al peronismo en el ejercicio del poder". En el entorno del jefe de Gabinete están convencidos de que Aníbal pretende el cargo que ocupa el nieto de Antonio Cafiero.
“Quizás el problema de fondo -dijo Lucas Romero- es cómo se toman las decisiones en el Gobierno, cuál es ese proceso, y la pretensión, políticamente legítima, de tener más protagonismo en el gobierno del Frente de Todos, del sector al que pertenece Aníbal Fernández”.
Un allegado al Presidente, de presencia casi diaria en la Quinta de Olivos, en charla informal con este diario, minimizó las controversias. "Alberto tiene un estilo centralista, se siente cómodo así. Pero eso no implica que no delegue la ejecución política", explicó. Y puso de ejemplo cómo se apoyó en Máximo Kirchner, en el ministro del Interior y dirigente de La Cámpora, Wado de Pedro, y en Sergio Massa una cumbre con la UIA llevada a cabo hace dos semanas y que trascendió recién anteayer.
Por la Corresponsalía en Buenos Aires.