Miguel Pichetto, solo él, es la oposición con que la Casa Rosada punteó las diez medidas para garantizar la gobernabilidad hasta las elecciones.
Anoche Mauricio Macri tuvo que telefonear a Roberto Lavagna y Juan Manuel Urtubey, y también a Pichetto, para invitarlos formalmente a dialogar.
Lo hizo después de un torrente de críticas al Gobierno, por no haber llamado a nadie, y a Pichetto, por cortarse solo, y con el acuerdo dado por muerto antes de nacer.
Aunque el decálogo recibió el apoyo de los empresarios (los del "pacto de caballeros", que a la vez pronostican una inflación anual del 40 por ciento), en todo el arco político lo consideran simplemente humo.
Salvo Pichetto y Urtubey, que se mostró dispuesto a negociar tras recibir un mensaje de WhatsApp, en el resto Argentina Federal están furiosos con el "montaje" del Gobierno para usarlos como jamón del medio y avivar la polarización con Cristina Kirchner.
"El diálogo y los acuerdos no se construyen por WhatsApp ni por filtraciones de prensa", protestó anoche un Massa indignado, a quien el Presidente también iba a llamar. Horas antes Lavagna había sentenciado que el mentado acuerdo es sólo marketing.
"Miguel se juntó con Frigerio sin que nadie supiera. Una cosa es no estar con Cristina y otra es salir a decir que nos vamos a asociar con estos tipos. Es un chamuyo bárbaro", dijo un dirigente Argentina Federal.
Pero no sólo el PJ antikirchnerista cree que el acuerdo es cáscara vacía: en el entorno de Emilio Monzó, que lidera el ala política de Cambiemos, negaron que hubieran participado de conversaciones con la oposición.
"Es un acuerdo superficial, a lo Marcos Peña. Quieren sacarse la presión interna de Cambiemos y del Círculo Rojo", dijo un hombre del partido del Presidente, nada menos.
En la Rosada admitieron que pretendieron dar un mensaje de salud institucional al FMI, que a su vez tiene miles de millones de motivos para estar preocupado por la reelección de Macri.
En ese marco, Alfredo Cornejo expresó el apoyo de la UCR pero pidió "un correlato electoral". "Hay que ampliar Cambiemos a dirigentes como Lavagna, Pichetto, Urtubey, Massa", dijo.
En verdad, el gobernador mendocino no quiere a Macri de candidato, dicen quienes lo conocen. Sueña con una PASO entre Lavagna y Vidal.
"Con el Gobierno solo, con el presidente Macri a la cabeza, no podemos dejar atrás el populismo", dijo dos veces, para que quede claro. Nicolás Massot salió a bancarlo. "Es por ahí", escribió en Twitter.
Pero Macri no está dispuesto a abrir el juego electoral. A nadie.