Carlos Reutemann tuvo un protagonismo central en la crisis de 2001, cuando gobernaba Santa Fe, por tres hechos centrales: las muertes por la represión en la provincia, la decisión de no emitir cuasimonedas, y el rechazo a la oferta de una candidatura a la Presidencia de la Nación, terminaron marcando a fuego al Lole.
Las muertes que dejó la crisis del 2001 en Santa Fe
Nueve personas perdieron la vida en la provincia de Santa Fe en los trágicos días del fin de 2001, la mayoría de ellas como consecuencia de la represión policial, aunque sólo se produjeron dos condenas. Fue la segunda provincia con más muertes del país. Entre los decesos figura el de Claudio “Pocho” Lepratti, quien por aquel entonces trabajaba como auxiliar de cocina en el barrio Las Flores, y subió a la terraza para intentar frenar a los gritos los disparos que efectivos policiales realizaban contra el establecimiento lleno de niños.
El militante recibió un disparo en el cuello y murió desangrado, y por el hecho condenaron a 14 años de prisión a Esteban Ernesto Velázquez como el autor del disparo fatal. Sin embargo también se pidió que se juzgue a Reutemann. “Murió impune, con la sangre de nuestros hermanos en sus manos, el principal responsable de la masacre de 2001. Hoy más que nunca: ¡No olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos!”, dijo Celeste Lepratti en julio de este año, cuando falleció el Lole.
Dos veces se lo denunció penalmente a él y a integrantes de su gabinete (a su ex ministro de Gobierno Lorenzo Domínguez y al ex subsecretario de Seguridad Pública, Enrique Álvarez), pidiendo que se investigara la responsabilidad política por considerarlos responsables de los presuntos delitos de homicidio culposo, incumplimiento de los deberes de funcionario público y abuso de autoridad.
Las dos veces la causa terminó siendo archivada, la última en 2009, cuando el juez de Instrucción Rubén Saurín argumentó que no existían elementos que incriminaran a los tres imputados, y que “si existió un actuar imprudente para resguardar los bienes y las personas, eso no puede ser achacado a la cabeza del Poder Ejecutivo”. Sin embargo, organizaciones sociales y de derechos humanos, y dirigentes políticos, siguieron achacándole la responsabilidad de los hechos. “Indudablemente fue el poder político el que dio la orden, y la policía, sin más, cargó contra los que protestaban y hubo siete muertos”, había manifestado el ex gobernador Hermes Binner tras la resolución judicial.
La decisión de no emitir cuasimonedas en Santa Fe
En el desesperado intento del Gobierno nacional por sostener la convertibilidad, se fijó como pauta mantener el déficit cero, por lo cual hubo que hacer enormes ajustes que recortaron severamente los recursos de las provincias. Es por eso que algunas jurisdicciones empezaron a emitir cuasimonedas paralelas al peso para hacer frente a sus gastos internos y abonar a empleados públicos. El ministro de Hacienda provincial, Juan Carlos Mercier, se opuso a la propuesta al considerar que se perjudicaría severamente al interior en detrimento de la provincia de Buenos Aires, y Reutemann avaló esa postura: Santa Fe no emitió cuasimonedas ni tampoco cedió la deuda que tenía a Nación.
Esto fue posible por la política de austeridad extrema que siempre pregonó Reutemann en sus administraciones, y que aceleró en 2001, cuando se recortó 30% su sueldo e impulsó que funcionarios de todos los poderes lo imitaran. También impuso medidas similares sobre el personal provincial, lo que le valió una serie de cuestionamientos.
La renuncia de Carlos Reutemann a ser presidente
Argentina ya había pasado parte del temporal, pero en ningún modo había salido de la crisis en 2002, cuando el presidente de emergencia, Eduardo Duhalde, tentó al Lole para que se candidateara a la Presidencia en los comicios de 2003. Si bien contaba con el apoyo de casi todo el peronismo, Reutemann rechazó el convite con una frase que pasó a la historia: “Vi algo que no me gustó y que no diré nunca”, disparó.
Hubo miles de hipótesis sobre eso que vio, pero nunca se terminó de saber. Incluso muchos años después, el ex piloto de Fórmula Uno tampoco rompió su promesa y se limitó a decir: “Todo era un caos en el país. Para enfrentar una situación así hacía falta un gran equipo de gobierno, y me parecía que yo no estaba en condiciones”. Lo cierto fue que su sorpresiva negativa posibilitó la candidatura de Néstor Kirchner, que pese a terminar sacando menos votos que Carlos Menem en las generales, se terminó convirtiendo en Jefe de Estado cuando el riojano decidió no participar del balotaje.