Los sanjuaninos recordarán el caso de Daniela Bilbao, una docente que el 17 de agosto de 2019 fue atropellada y abandonada cuando bajaba a su pequeña hija de su auto en Rawson. El hecho generó mucho dolor y bronca en la comunidad ya que durante cuatro días la policía buscó por cielo y tierra al conductor, hasta que finalmente lo encontró.
Durante varios meses, la sanjuanina tuvo que atravesar múltiples cirugías en su cadera y columna y pese al pronóstico poco alentador que los médicos le daban a su familia, el 21 de octubre recibió el alta y pudo volver con su familia a casa. A partir de ese momento, Daniela se recuperó lentamente y no le fue fácil, pero ella nunca bajó los brazos: la semana pasada volvió a dar clases como profesora de inglés.
En diálogo con Diario La Provincia SJ, Bilbao contó: “Estoy muy bien, gracias a Dios, poniéndole mucha pila a todo, los kinesiólogos me dieron el alta y volví a trabajar que para mí es algo inexplicable. Entré a la escuela y todos me miraron y saludaron, fue muy emotivo, hermoso. En este tiempo tenía la incógnita de que si iba a poder volver o no, ¿Qué será de mi vida? Siento que haber podido entrar al aula otra vez es un milagro, me siento útil y lograr lo que hacía antes es tocar el cielo con las manos”.
“He tratado de ver a los médicos días antes de empezar a trabajar para ver cómo iba a poder hacer. Pensaba que tal vez no iba a poder largarme de una a trabajar otra vez si no tenía el O.K. de los médicos y que me dijeran “cuidate en esto o en aquello”, pero me dijeron que estoy de 10. Tuve una consulta con el traumatólogo que me operó de la cadera y me hizo una radiografía para ver como estoy. Con la radiografía me puse re mal porque vi que tengo clavos por todos lados, y alambres, y pensé “Dios mío, lo que es esto”. Él me dijo que iba a decirme una sola cosa para que entienda la magnitud de mi caso, me dijo “esto es una radiografía de una persona que no podría volver a caminar, lo tuyo es parte milagro, otra de los médicos y también de la gente que estuvo detrás de ti”, agregó Daniela, recordando todo lo vivido en estos últimos meses difíciles.
Además, agregó: “Los profesionales no pensaban que iba a llegar a la instancia en la que estoy ahora ya que me dijeron que cuando llegué al hospital “me levantaron con cucharita”. Lloramos todos de emoción, por eso trato de ponerle el pecho a las balas y volver a la normalidad, para mi es esto. Se trata de empezar desde cero en un montón de cosas, soy muy creyente y siento la presencia de Dios en todo momento, estoy tranquila porque si él puso la mano en tantas cosas sé que me va a seguir acompañando”.
“Uno siempre quiere más y está bien, pero no vemos que todos los días nos levantamos y tenemos a nuestra familia ahí, tenemos un techo y un plato de comida, pienso en que estuve tan mal y que ahora estoy con mis seres queridos y volviendo a trabajar que lo veo todo como muy loco. En este regreso doy clases en primaria, en primero, segundo y tercer grado. Sin embargo me encantan los chiquitos entonces estoy replanteándome volver también a nivel inicial y ver cómo me siento, ya que ellos demandan más juego y cuidados”, sostuvo.
Finalmente, Daniela concluyó: “Antes del accidente llevaba una vida de corridas y siempre a contrarreloj, era una locura, pero ahora pienso que en realidad era para poder trabajar un poco más y eso me llevaba a perder tiempo de tranquilidad y disfrute. Quiero estar con mis hijos y al trabajo lo voy a evaluar siempre de la mano de mi salud y mi recuperación, pero también disfrutándolo. No quiero dejar de lado que más allá de la ayuda divina, estuvieron cientos de personas rezando y haciendo fuerza por mí y ellos también influyeron”.