Ceferino Amaya fue nuevamente juzgado en Tribunales, esta vez por el abuso sexual de otra menor de 3 años. El hombre de 47 años que en 1997 violó y mató a una menor junto a su madre, ahora fue condenado por manosear a la nieta de su pareja. El sujeto en los ´90 fue condenado a perpetua, pero el Ejecutivo le rebajó la pena a 25 años y aplicó otros beneficios que le permitieron acceder a la libertad condicional en 2014.
El caso salió a la luz en marzo de 2018, cuando los papás de la menor radicaron la denuncia en el Centro Anivi contra Cortéz Amaya. Según publicó Diario de Cuyo, fue la propia nena quien utilizó un peluche para mostrarle a su papá lo que el sujeto le hacía cuando estaban a solas. En aquella maniobra la víctima señalaba con sus dedos de la mano la entrepierna del juguete. Después volvió a repetir los movimientos cuando el hombre le preguntó en presencia de su esposa.
A pesar de que el acusado amenazó al padre de la nena, la Justicia abrió una nueva causa penal en su contra. La misma tuvo resolución este mismo miércoles, cuando Amaya se sentó en el banquillo de los acusados, admitió el abuso y recibió una pena de 2 años de prisión.
Es la segunda pena que el sujeto recibe en 20 años. En 1998 fue sentenciado a reclusión perpetua por matar a una joven de origen boliviano que era su pareja, Miriam Adrián, y abusar y también asesinar a la pequeña hija de esa mujer, Magalí, de apenas 2 años.
Aquel fue uno de los crímenes más atroces que se recuerda en San Juan. Amaya era obrero de un horno de ladrillos cuando, en una jornada en la que abundó el alcohol, violó a la criatura delante de su madre y la asfixió. Luego le quitó la vida a la joven. Pero esto no fue todo: el homicida cavó una fosa en el rancho, las enterró y desapareció. Los cuerpos fueron hallados a los pocos meses y la Policía detuvo al criminal.