El pueblo minero de Tolar Grande se encuentra escondido en plena puna salteña, atravesando montañas y salares, con paisajes que a simple vista parecen de otro planeta, un planeta desértico.
Aún así, en vísperas de los festejos del Señor y la Virgen del Milagro, los fieles inician su ardua peregrinación desde el pueblo minero con el objetivo de llegar a la ciudad de Salta, para cumplir una promesa o por simple devoción.
Desde Tolar Grande a la ciudad de Salta hay cerca de 400 kilómetros de paisajes secos y temperaturas extremas, además de ráfagas de viento que hielan los huesos. Pero esto no amedranta a los fieles, que continúan su peregrinación a la capital a paso firme, cantando y rezando a Cristo y a la Virgen.
Ayer, los peregrinos tolarenses pasaron la noche en el Salar de Pocitos, una extensión de sal y tierra considerada una de las maravillas que alberga nuestra provincia, y al iniciar la caminata a las 2 de la mañana, se dieron con una brutal sensación térmica de -15ºC.
Los fieles desayunaron en Laguna Seca y se dirigen lenta, pero firmemente, a Olacapato, un paraje considerado de los más fríos de la provincia.