La estrella emergente de Hollywood habla con un dulce acento cubano. A la velocidad de la luz, Ana de Armas pasó de las maltrechas calles de La Habana a compartir pantallas con gente de la talla de Ryan Gosling, Daniel Craig, Helen Hunt, Chris Evans y Clive Owen.
El mundo la puso en su radar tras protagonizar junto a Ryan Gosling y Harrison Ford Blade Runner 2049, la secuela del mítico clásico de ciencia ficción dirigido por el no menos mítico Ridley Scott. Y desde entonces camina a paso firme a sumar su nombre en el firmanto de estrellas latinas en la meca del cine.
Mientras espera el estreno de The Informer, un thriller durísimo y con un super elenco encabezado por Clive Owen, Ana recibe a Rumbos para charlar de cosas como la realidad de Cuba, la imprevisibilidad de los sueños y sobre cómo fue desembarcar en Hollywood en pleno estallido del #metoo.
Cuba es contada como un infierno por mucha gente y como un paraíso por muchos otros... ¿Cómo fue para vos crecer allí?
Cuba es mi casa, es mi hogar. Tengo recuerdos de una niñez muy linda en la isla, muy sana, protegida por unos padres magníficos, que aunque no tenían ninguna vinculación con el arte me apoyaron siempre para cumplir mi sueño de dedicarme a la actuación.
¿Tu formación como actriz fue ahí?
Sí, toda mi formación inicial la hice en Cuba. Y estoy muy agradecida por eso, ya que el nivel era excelente. A los 13 años audicioné para la Escuela Nacional de Arte, que es la misma escuela del prestigioso ballet de Cuba dirigido por Alicia Alonso, y estudié allí durante 4 años. Después hice mis primeras tres películas en Cuba, donde tuve el privilegio de estar a las órdenes de directores como Manuel Gutiérrez Aragón.
¿Cómo es hacer cine en Cuba?
En Cuba no hay una industria de cine como tal –los presupuestos para una película son mínimos comparados con los que puede haber en Estados Unidos o Europa-, pero sí hay mucho apoyo a los institutos de arte y una cantidad de gente talentosísima, con mucha pasión, que quizás no ha logrado la visibilidad que he tenido yo, pero que tienen un nivel profesional y artístico impresionante.
Pero en un momento decidiste irte... ¿por qué?
Ahora, para las nuevas generaciones, es distinto. Pero crecer en Cuba en el momento en el que yo lo hice era un poco aislado. Era como una burbuja en la que no pensabas mucho en cosas como hacer una carrera internacional. Cuando yo me compré un pasaje de avión para irme a probar suerte a España tenía una ignorancia total de lo que significaba vivir afuera y trabajar en un país que no fuera Cuba. Pero quizás sin esa ignorancia no lo hubiera hecho, porque muchas veces tener demasiada información te paraliza y acabas no haciendo nada.
En España habías armado una carrera muy sólida, pero te escapaste de nuevo, hacia Estados Unidos...
Llegó un momento en que sentí que en España, tanto personal como profesionalmente ya estaba todo medio hecho, me sentía poco retada, demasiado cómoda. A veces tendemos a pensar que la vida va bien si va en línea recta, sin sobresaltos, y yo no me siento muy bien cuando es así. Cuando te sales de ese camino creo que es cuando más creces, evolucionas y aprendes.
Llegaste a Hollywood en plena explosión del movimiento #metoo. ¿Cómo lo viviste?
Lo del fenómeno #metoo yo lo vi desde otro punto de vista, porque no era exactamente mi experiencia ni en Cuba ni en España. Pero pienso definitivamente que eran cosas que tenían que pasar. Quizás deberían haber pasado hace mucho tiempo, pero pasaron ahora y hay que celebrarlo porque las mujeres han encontrado el momento de decir lo que les afecta, lo que sienten y poner sobre la mesa las cosas que se tienen que cambiar.
¿En Cuba la agenda del feminismo es similar a la de Estados Unidos?
Es que en Cuba las mujeres son las que llevan los pantalones (risas). Siento que en Cuba muchos de estos temas ya están hablados y resueltos. No todos, pero sí muchos más que en otros países.
¿No te salió sumarte al grupo de actrices que están protagonizando este movimiento?
El ser portavoz de esta u otras causas no me sale naturalmente. En un plano más personal, sí que tengo mis opiniones y las defiendo. Pero es difícil decirle a la gente lo que tiene que hacer y cómo hacerlo. No me siento en condición de darle consejos a personas que no sé por lo que pasaron o las posibilidades que tienen para luchar contra lo que las oprime. Pienso que cada uno puede aportar muchísimo desde su lugar. Si todos comenzamos a gritar al mismo tiempo, al final no se escucha nadie. No todos podemos ser líderes. Se puede aportar también sin un megáfono en la mano.
Hoy pareciera que si alguien no opina sobre todo está mal...
A veces se piensa que si uno no habla de algo o no lo publica en sus redes sociales es como que no participas o no acuerdas. Las cosas no se hacen para que la gente las vea. Se hacen porque se sienten. Yo con las redes soy medio de vieja escuela, muy cubana en ese sentido.
Una chica al rojo vivo
El éxito en Hollywood catapultó a Ana de Armas como un ícono de estilo a nivel global. Recientemente fue convocada por Campari para ser la cara de su cortometraje "Entering Red", con el que la marca celebra el centenario de su cóctel más famoso, el Negroni. El video, dirigido por el italiano Mateo Garrone se rodó en escenarios de la ciudad de Milán, de donde es originario el Campari, y contó con el protagonismo de bar tenders como el argentino Seba García e influencers como la también argentina Sofía Pachano.