Mauricio “Coqui” Ibarbure, de 40 años de edad viajará este sábado a Japón para competir con Selección Argentina de Boccia en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2021. Es marplatense y tiene una historia de vida que merece ser contada:
Mauricio Javier Ibarbure, nació el 20 de julio de 1981, en Miramar. El embarazo de su mamá venía bien, pero al llegar al hospital el médico no estaba y tuvo que esperar 7 horas. “Cuando llegó, me saco muy rápido, lo que me provocó una Parálisis Cerebral Severa. Debido a esto, no puedo usar mis extremidades superiores; pero con ayuda de médicos, terapistas y mi familia logré salir adelante, utilizando mis pies en lugar de mis manos”, explicó Coqui en dialogo con Vía Mar del Plata.
A los 4 años él y su madre viajaban a Mar del Plata para hacer rehabilitación. “Comencé a hacer pileta con José Luis Campo, quien más tarde se convertiría en una de las personas a las cuales estaré siempre agradecido por las oportunidades que me brindó. También hacía fonoaudiología, terapia y viajaba a Buenos Aires una o dos veces por mes, para hacer kinesiología en el Instituto de Lisiados”.
Toda la infancia de Mauricio fue muy dura pero el apoyo de su madre y sus seres queridos fueron fundamentales para lograr superar sus barreras y convertirse en uno de los deportistas más destacados de la ciudad.
A los 5 años se mudó, con mi familia a Mar del Plata, ya que era más fácil acceder a su rehabilitación.
Luego de un tiempo inició sus estudios en la Escuela Especial 513, “la que fue de gran ayuda hasta el día de hoy; ya que todo lo que me enseñaron lo usé y lo uso en mi vida cotidiana”, explicó y destacó que “ahí aprendí a leer, escribir, tejer, pintar; aprendí carpintería y hasta pude comer algunas cosas con mis pies. Tengo muchos recuerdos de gente linda en esta Institución, como Ana Panebianco que fue mi primera terapista, Iris Susana Mauriño, Graziella Bonavita, Olga Levrinno, Eva Carbone, Mercedes Ferrari (que me enseñó a bailar folcklore); en fin toda la gente de la escuela siempre me ayudó a salir adelante y aprender cosas para valerme por mí mismo el día de hoy y lo lograron; así que las recuerdo con muchísimo afecto y gratitud”.
Atravesar su infancia con un abandono que le marcó la vida
“A mis 8 años viví uno de los primeros momentos más tristes en la vida, que hasta el día de hoy me duele: mi padre nos abandona por mi discapacidad; nos deja a mí y a mis 5 hermanos solos con mamá. Desde ahí ella, a pesar del dolor, se hizo fuerte y salió a trabajar para alimentarnos y darnos lo que necesitáramos. Mis hermanos me cuidaban mientras ella no estaba”, recordó el consolidado deportista marplatense.
Mientras repasa su historia, Mauricio habla con mucho amor de su madre, la persona que más lo apoyó: “Trabajaba mucho y yo sentía la necesidad de ayudarla, pero no podía; así que eso fue lo primero que me llevó a pensar en salir adelante, en hacer algo, en el día de mañana poder ayudar a mi mamá para que no sufriera. Con esto quisiera resaltar algo: mi mamá es la persona que me enseñó a no limitarme nunca y que, a pesar de todo, siempre iba a estar bien. Día a día creía en mí, en mis logros, en mis pequeños y grandes crecimientos; ella cree en mí con buenos y con malos resultados, siempre estuvo ahí para mí”, expresó.
Su temprana inclusión al deporte y el desafío de alcanzar nuevas metas
Mauricio recordó el día en el que conoció su afición por el deporte y relató: “A mis 10 años, pasando por una plaza, llegó mi oportunidad para crecer. Ahí estaban los chicos de CIDELI (Circulo Deportivo de Lisiados) jugando a las bochas con sus profesores. Me vieron y me invitaron a jugar, ese día jugué y ¡gané! Desde ahí comencé a hacer boccias”.
Y continuó: “A los 11 años entré a la Selección Nacional de Boccia, con lo cual comenzaron los torneos nacionales y más tarde internacionales. Con este deporte se me abrieron muchas puertas, conocí compañeros y profesores que se convirtieron en grandes amigos; como Claudio Scalise, Carlitos Serrano, Daniel Zucchi, Fabio Ruggerini, Marcelino Perez, Maria Laura Di Blasi, etc. No me quiero olvidar de nadie. Con todos tengo un gran recuerdo y muchas anécdotas”.
A muy temprana edad comenzó a viajar fuera del país a representar a la Argentina
“A los 12 años viajé fuera del país por primera vez. Fuimos con Daniel Zucchi a Inglaterra. Fue una emoción muy grande poder hacer ese viaje, ya que por primera vez conocía el mundo. Esa experiencia me hizo saber que quería dedicarme a eso toda la vida; quería representar a la Argentina en otros países y dejar lo mejor de mí siempre en cada partido, jugándome la camiseta”, manifestó.
Dos años después conoció a Pablo Iocca, el actual técnico de la Selección de Boccia y el ejemplo de padre que hubiera querido tener. “Tuvimos nuestros momentos juntos luchando por una bocha pegada para llegar a una medalla o jugándonos la clasificación a un olímpico. Pasamos momentos difíciles con jugadores que ya no están y momentos felices con objetivos logrados; pero también compartimos momentos de la vida buenos y malos. Con todo esto hicimos una gran amistad”, señaló Mauricio.
A los 16 años ganó su primera medalla de oro de América, con Pablo Iocca asistiéndolo en Canadá. “Fue una emoción muy grande ya que había logrado por primera vez ser Campeón Americano de Bochas”, indicó.
Y prosiguió: “A mis 17 años conocí al que más tarde sería mi mejor amigo, Horacio Ferrari. Este empezó en CIDELI como asistente de bochas. Pero además compartimos una amistad muy grande ya que él fue como un hermano más. Me llevaba a boliches, peñas y todas las fiestas que conocía. Disfrute y viví mi adolescencia como cualquier persona gracias a él, ya que todo lo que hacía lo compartía conmigo. Para él no había límites; íbamos a un lugar con escaleras y no le importaba, me subía y listo. Con él manejé un auto, anduve en moto, me emborraché por primera vez; en fin hice cosas que jamás pensé que podía hacer. Junto a Horacio conocí mucha gente que tampoco vio mi discapacidad, sólo la persona que hay en mí. Como Javier Marchiselli, el Uruguayo, Coco, Luli y entre ellos también a mi mejor amiga Cecilia Caracciolo”.
“Cecilia también me asistió en bochas durante algunos años y con ella también compartimos una gran amistad. Siempre está, en las buenas y en las malas. Es una amiga de esas con las que podes contar siempre para lo que sea. Siempre predispuesta a todo y con una actitud alegre para sacar adelante las cosas. La quiero también como una hermana”, agregó.
Luego, a sus 19 años llegó su primer torneo olímpico en Sidney. “Fue una gran experiencia deportiva y de vida. Es un orgullo muy grande poder llegar al máximo juego internacional como lo es un olímpico y saber que con todo mi esfuerzo llegue hasta ese lugar representando a la Argentina”, afirmó.
En el apogeo de su carrera deportiva, la vida le dio el dolor más grande que le tocó atravesar
“A los 21 años volvió la tristeza a mi vida. El primero de mayo de 2002 murió mi sobrino Marcos, el cual tenía solo dos años. Fue atropellado por un hombre que iba alcoholizado y se subió a la vereda con su auto, lo arrastro una cuadra y murió. Marquitos me veía y se subía a mi silla para que lo llevara, escalaba desde el freno hasta que llegaba a mi falda y tan solo tenía dos años…Lo extraño siempre”, relató el deportista, en lo que fue una fecha que no va a poder borrar de su cabeza.
Seis años después, tuvo una de sus mejores performances en el deporte
“A los 27 años llegué a vivir mi mejor olímpico, ya el tercero, que fue realizado en la ciudad e Beijing. Fue el olímpico más emocionante. Ahí conocí la muralla china y no pude creer hasta donde había llegado. Desde la apertura hasta el cierre de estos juegos fue impactante todo. La organización, el lugar de competencia; la gente todos los días llenaba el estadio para ver bochas. Es impresionante que eso pase, ya que en Argentina no suele suceder. Hay un verdadero interés por el deporte adaptado en países como Beijing o Canadá”, explicó Ibarbure.
Entre competencias, un día llegó el amor a la vida de Mauricio y un nuevo giro en su historia
A sus 28 años conoció el amor. “En una concentración en Buenos Aires había una chica que asistía a un compañero de la Selección, el negro Leglise, ambos de la ciudad de San Juan. Una noche los asistentes se fueron a tomar algo y nos dejaron solos a cargo de la asistente del negro, ya que dormíamos en la misma habitación. Esa noche su asistente, Naty, vino para ver si necesitábamos algo y nos quedamos gran parte de la noche conversando. Luego de esa concentración nos pasamos los mails y comenzamos a conocernos vía internet. En noviembre de ese año Naty vino a Mar del Plata por 10 días y decidió quedarse conmigo”, rememoró.
Aunque no todo fue color de rosas por entonces: “Después de unos meses viviendo con mamá y Naty, las cosas se pusieron feas ya que no había entendimiento entre nosotros y mi madre, por lo que tuvimos que irnos. Estuvimos dos meses buscando una casa, quedándonos en lo de unos amigos. Hasta que logramos alquilar nuestra primera casa. No teníamos ni muebles ni nada, pero era tanta la alegría que no importaba. Para dormir poníamos toda la ropa en el piso dobladita, hacíamos un colchón y así dormíamos. Desde ahí pasamos muchas cosas; entre ellas quedarnos sin comer porque no había nada en la casa, las becas deportivas no venían y el trabajo de Naty no alcanzaba. Pero en ese momento a pesar de todas las preocupaciones y tristezas por no poder salir adelante, nos alcanzaba con estar juntos. La familia de Naty estaba lejos y mi familia se resintió porque me fui y la dejé a mamá sola; así que no contaba con ellos tampoco. Fue difícil la aceptación de que yo formara una pareja y quisiera hacer una vida al igual que los demás. Pero a pesar de todo seguí adelante intentándolo”.
En esos momentos las personas que más estuvieron fueron Pablo Iocca y Horacio Ferrari. “Fueron mis dos pilares en la vida que comenzaba a realizar”.
Las situaciones adversas lo sumergieron en una depresión, de la que también logró salir airoso
“A pesar de resolver problemas económicos y de vivienda, a los meses empezó a decaer emocionalmente. Me sentía triste porque no tenía ningún tipo de comunicación con mi familia. Ellos estaban enojados y yo sin entender que hice mal. No quería ir a bochas, no quería salir, vivía en la computadora, estaba angustiado”, declaró.
Y señaló que “un día dando vuelta la casa para ordenar, encontré el teléfono de un gran amigo. Un psicólogo que conocí en el año 2004, que antes fue psicólogo de Las Leonas. Así que lo llame, nos juntamos y le conté lo que me pasaba. Me brindó toda su ayuda. Lo empecé a ver una vez por semana y, a medida que iba pasando el tiempo, logre salir de esa angustia”.
“Pasó 1 año y medio de terapia y recién ahí me sentí bien para empezar de nuevo”.
También incursionó con éxito en el mundo del arte visual
“A principios de 2011, Naty, navegando en internet, encuentra una página de Pintores con la Boca y el Pie. Les manda un mail y a la semana la contacta por teléfono la directora de pintores de la ciudad de Buenos Aires, Soledad Lutz. Ella viajó a Mar del Plata, me vio pintar y se llevó mis obras para enviarlas a Suiza, ya que allí reside la Sede Central de Pintores. Desde ahí teníamos que esperar la evaluación de mis obras. Pasaron meses y ya me parecía que no iba entrar. Pero el 1 de Septiembre de 2011 llego la gran noticia: un contrato ofreciéndome una beca mensual para la compra de materiales y para contratar a alguien que me enseñe. Fue una de las mayores alegrías de mi vida. Era un futuro como artista y ya no solo contaba con el deporte sino también con el arte”.
Según enfatizó Mauricio, la Asociación de Pintores con la Boca y el Pie le ofrecen al artista que solo puede pintar con la boca o con el pie una ayuda económica para que siga aprendiendo. Durante el año el artista debe enviar 7 o más obras para su exposición y venta, también al final de cada año eligen algunas obras para ser representadas en tarjetas de regalo. El artista que va avanzando, lo van subiendo de categoría hasta un nivel mayor como es el vitalicio, “es decir como una jubilación, a pesar de que el artista pueda o no pintar siguen dándole la ayuda económica. Es un futuro que una persona con discapacidad de Argentina no lo tendría en ningún trabajo, porque no existe tal oportunidad. Es muy importante para mí resaltar esto, ya que es muy difícil formarse como persona cuando en tu mismo país no te consideran así”, destacó.
En el año 2012 después de 21 años jugando a las bochas llego algo inesperado a su vida; le propusieron desde Open Sports hacer una publicidad difundiendo el hecho de haber quedado clasificado para su 4to olímpico a realizarse en la ciudad de Londres. “Y lo mejor es que lo hacía junto a los deportistas convencionales. De esta propaganda participamos: David Coronel (pesas adaptadas), Marita Peralta (atletismo convencional), Cristian Rosso (remo convencional) y yo”, sostuvo.
Por otra parte aclaró que el deporte paralímpico es poco difundido; por lo tanto, que juntaran a los deportistas olímpicos con los deportistas paralímpicos fue una gran alegría; ya que actualmente se lucha para que el deportista con discapacidad sea tan reconocido como el deportista convencional. “Seguimos hablando de personas que hacen un deporte de alto rendimiento pero las separan a la hora de hacer un olímpico. Yo cuando voy a jugar un “Paralímpico” me juego todo en la cancha, y entreno para eso igual que los deportistas convencionales y es igual de difícil clasificar y estar ahí. En mi humilde opinión no tendría que existir la diferencia, todos somos personas y todos jugamos un olímpico”, dijo.
En el 2013 continuó con bochas viajando a la Copa América, realizada en Kansas; en la cual logró un 4to lugar individual y una medalla de plata en equipo, “lo cual nos llevó a la mejor noticia: ¡Clasificamos para el mundial 2014 en Beijing! Esto es una gran alegría, porque el mundial es una competencia internacional muy importante, ya que es el trampolín para llegar a los juegos Paralímpicos 2016. También continué con la Asociación de Pintores exponiendo en el Cultural Mar del Plata, la cual es una exposición colectiva de más de 100 artistas exponiendo obras, esculturas, bailes, etc. Durante 17 días en diferentes lugares de Mar del Plata”.
A sus 40 años, descubrió que podía hacer otro deporte que nunca hubiera imaginado
“Este año comencé a hacer algo que nunca hubiera imaginado que podía hacer. Por medio del Facebook vi una publicación de Daniel Zucchi y no podía creerlo. En ALMA (Asociación de Lisiados de Mar del Plata) iban a comenzar Artes Marciales para personas con discapacidad. Desde chico me encantan las artes marciales y mire todas las películas de Kung fu, de Karate, en fin todas las que tuvieran artes marciales. Cuando me preguntan que hubiera sido si no hubiera tenido esta discapacidad, yo les contesto: “Hubiera sido un karateca”. Gracias a Daniel comencé becado en la Asociación Alma y ahí conocí a Milton, mi maestro. Él adaptó las artes marciales a mis pies, me sorprendió cada clase con las cosas que aprendimos. Y en poco tiempo también conocí a Ariel, el cual se ofreció de voluntario para asistirme en cada clase. Él es una persona buenísima, con un gran corazón. Tanto él como su familia y toda la gente Alma son de esas personas que no te encontrás todos los días por la calle, son de esas que hacen cosas de forma desinteresada y realmente lo hacen con amor; como Lole, el presidente de Alma, un gran amigo y un gran luchador que ese año tuve la oportunidad de conocer. Él me abrió las puertas de Alma y, como dice, no creo que sea por casualidad, ya que los dos llevamos el mismo mensaje en el alma”.
Paralelamente, tuvo que ponerse al frente de una lucha judicial contra su obra social
“También conocí a un abogado que pudo lograr que un juez me dé lo que toda persona con discapacidad tendría que tener. Inicié un juicio a mi obra social para que paguen asistencia las 24hs. ¿A qué quiero llegar con esto? Una persona con discapacidad necesita la independencia a pesar de que esté o no su familia. Actualmente convivo con Naty y sé que muchas veces ella necesita tener su vida sin pensar en que tiene que asistirme, aparte de ser mi mujer. Y yo como hombre también necesito realizar mis cosas sin depender de que un familiar quiera o no asistirme. Por esta razón esta fue una de las noticias del 2013 más alegres de mi vida”, aseveró.
Sus objetivos más recientes:
“Como proyecto personal, todos los años tengo la ilusión de llegar a tener una casa propia. Con esto vengo luchando hace muchos años, pero sé que lo voy a lograr y no voy a parar hasta que pueda abrir la puerta de mi casa y sentirme libre de pintar una pared, de cambiar de lugar los muebles, libre de preocupaciones de alquiler y de todo lo que implica no tener casa propia. También espero, unos años más adelante, ser padre; uno de los grandes sueños de mi vida es tener un “coquito” o una “naty”.
Y por último afirmó: “seguiré haciendo estas charlas motivacionales que me propusieron Daniel Zucchi y Jorge Diez. Las cuales me parecen muy importantes ya que siempre quise llevar un mensaje a todos. Como yo digo “Voy a abrir cabezas” Todo lo que hice y hago en mi vida siempre tiene el fin de que la gente que me ve, que me conoce y que comparte momentos conmigo aprendan que no hay límites para nada. Que vean que no soy una silla de ruedas, soy una persona como todas las otras, que solo hago las cosas distintas. Que entiendan que si veo una escalera jamás pensaré que “no puedo” subirla, sé que se puede y que podría necesitar ayuda pero siempre voy a poder. He vivido momentos buenos y malos, como todos, pero siempre estuve convencido de que podía lograr todo lo que me propusiera”.