En los últimos días, distintas zonas arboladas mostraron un aspecto inusual: gotas que caen desde las ramas y pequeños puntos de espuma blanca adheridos a tallos y hojas. La escena, repetida en plazas, parques y avenidas, llamó la atención de muchos vecinos que consultaron por su origen y posible impacto.

Lo que parece un signo de alarma es, en realidad, parte de un ciclo natural que se manifiesta cada primavera. A partir de esta época, la llamada chicharrita de la espuma (Cephisus-siccifolius) —un insecto común en ambientes urbanos— atraviesa una fase de desarrollo en la que produce este material espumoso para proteger a sus crías.
Desde el Área de Espacios Verdes de Gualeguaychú explicaron que se trata de una especie inofensiva para las personas y para los árboles.

Las ninfas, que miden apenas unos milímetros, se alimentan de savia y generan un excedente líquido que, mezclado con aire, da como resultado la típica espuma blanca usada como refugio frente al sol, temperaturas extremas y depredadores.
No es necesario aplicar insecticidas ni realizar intervenciones especiales: el fenómeno es estacional y desaparece de manera natural con el avance del ciclo del insecto o por acción de la lluvia.
































