Rocío Marengo fue parte de la mesa La Noche de Mirtha este sábado a la noche y reveló detalles de su embarazo así como explicó por qué debió frenar sus compromisos laborales durante su tratamiento para quedar embarazada.
“La medicación me fue pinchando anímicamente… ahora que ya no me doy las inyecciones, siento que me había tirado muy abajo”, relató con honestidad.

En ese mismo diálogo, relató que combinar su trabajo en Chile con las exigencias médicas fue insostenible: “Tenía que viajar los lunes para darme una inyección o que me monitoreen… fue muy agotador”, confesó mientras destacaba que su positividad la ayudó a superar los momentos más duros.
Este esfuerzo está dando sus frutos: Rocío está transitando la semana 18 del embarazo, fruto de un tratamiento de fertilidad que incluyó técnicas de baja complejidad, medicación y finalmente fertilización in vitro, tras cinco años de intentos.
El embarazo llego tras años de búsqueda: “Pasaron cinco años desde que empecé a buscar”, contó Rocío, reflejando la persistencia que acompañó este proceso emocional e intenso.
Semanas atrás, Rocío compartió en redes una imagen de la ecografía en la semana 14, donde se veía al bebé tapado con su manito y escribió: “Tarde o temprano, Dios lo manda”. Ese anuncio generó una ola de cariño, especialmente porque el deseo de ser mamá fue expreso y prolongado.

La modelo y Eduardo Fort, quienes llevan casi once años de relación, viven este momento con pura alegría. Ambos se mostraron esperanzados, disfrutando cada avance y expresaron al conocer la noticia que este es “un bebé muy buscado y deseado”.
La familia también se vio conmovida. Rocío contó que los hijos de Eduardo recibieron la noticia con mucha alegría y ya están pensando en nombres. Y reveló cómo él mismo, al escuchar la confirmación del embarazo, quedó impactado: “Quedó en shock… ‘no, pero estoy embarazada’ le tuve que decir”.

En cuanto a los síntomas más duros del embarazo, la mediática admitió que las primeras semanas fueron agotadoras: “Al principio tuve náuseas y mucho sueño. Dormía unas siestas terribles… el cuerpo cambia mucho”, describió, demostrando que la espera tuvo un costo físico además del emocional.
