Por Adrián Bassola.
EL MENSAJE DE LAS URNAS. Contra el exacerbado odio político e ideológico de los últimos tiempos, en todos los sentidos posibles.
Contra un sistema electoral vetusto, que lo único que cambió en los últimos tiempos fue la inclusión de las Paso, que casi nadie usa. Contra la penosa cultura democrática que hemos ido construyendo desde los primeros románticos años de la pos dictadura y que nos hizo expertos en agachadas, triquiñuelas, golpes bajos, ausencia de propuestas, esquivadas al debate.
Contra todo y contra todos, los argentinos acudimos en masa a las urnas para seguir intentando trazar nuestro destino.
Esta vez, el oxígeno es para el presidente Mauricio Macri, que definitivamente puede acreditar en las urnas que los "dos puntitos" que hace dos años lo separaron de Daniel Scioli son ahora muchos más. Sea para apoyarlo francamente o para evitar el retorno del kirchnerismo (Córdoba es ejemplo de los dos sentidos), los argentinos pintaron el país de amarillo furioso, aun en fortalezas impenetrables del peronismo.
Todavía no sabemos si el gradualismo sacará a este país adelante (los indicadores están mejorando pero todavía tenemos a uno de cada tres compatriotas sumidos en la miseria), pero lo que sí es seguro es que le ha servido al Presidente, que hasta hoy ha vivido surfeando sobre el hostigamiento de la oposición y sobre su propia impericia, para consolidar su proyecto político.
Por fuera de Cambiemos es poco lo que ha quedado verdaderamente en pie. ¿Será otro problema para la construcción de la democracia plena que nos estamos debiendo desde hace 34 años?