La región pampeana presenta procesos de acidificación de sus suelos por su historia productiva y la tecnología aplicada en las últimas décadas. Aunque este fenómeno no es homogéneo en las tres subregiones: húmeda, subhúmeda y semiárida, es común a todas ellas en aquellos ambientes edáficos con muchos años de agricultura no conservacionista. Las principales causas son: la intensificación que genera la mayor exportación de ciertos nutrientes bases con menor reposición natural que termina con un desbalance; la lixiviación natural, en particular en aquellos con prevalencia de textura gruesa; la aplicación creciente de fertilizantes con componentes de amonio en su estructura; la siembra directa con su acumulación de materia orgánica en superficie y la evolución de su mineralización y a la deposición atmosférica ácida producto de la actividad industrial.
Las especies forrajeras presentan diferentes tolerancias a la acidez, siendo menor en leguminosas, en especial en la alfalfa, por sus requerimientos específicos y las necesidades de la asociación simbiótica, lo que lo convierte en una especie muy sensible. Además, esta leguminosa se caracteriza por presentar altos requerimientos de calcio y fósforo, que no están asimilables a pH bajos. En consecuencia una estrategia eficiente de manejo nutricional debe considerar no sólo la fertilización, sino también las correcciones con enmiendas.
La modificación de la acidez edáfica, a través de productos de la minería, posibilita la obtención de efectos benéficos en la fertilidad, los que pueden agruparse en aspectos químicos: aumento del fósforo extractable (Pe) y de la solubilidad de los principales micronutrientes, excepto hierro (Fe) y manganeso (Mn); físicos: mayor nivel y estabilidad de los agregados con la consecuente mayor aireación e infiltración del agua de las precipitaciones y biológicos: sobre todo en los procesos de disponibilidad de nitrógeno (N), tanto favoreciendo la fijación biológica como no simbiótica del N. En alfalfa, en particular, favorece la supervivencia de los rizobios y la formación y funcionalidad de los nódulos.
Existen varios materiales, denominados enmiendas, que son capaces de reaccionar en el ambiente edáfico, elevar el pH y mejorar algunas de las propiedades mencionadas. Entre los más comunes están: óxido de calcio (CaO) también conocido como “cal viva” o “cal quemada”. Es un polvo blanco muy difícil y desagradable de manejar. Cuando se aplica en una solución ácida reacciona de inmediato y por esta razón este material es ideal cuando se requieren resultados rápidos. El CaO puro tiene 71,5 % de calcio (Ca). El hidróxido de calcio [Ca (HO)2] se conoce como “cal apagada” o “cal hidratada”. Es también blanca, polvorienta, y difícil de manipular. En forma pura tiene 54 % de Ca. La “cal agrícola” o “calcita”, derivado de la roca caliza, es el material más usado y está formado por carbonato de calcio (CO3Ca) que en el estado puro tiene 40 % de Ca, aunque suele contener variadas impurezas. La “dolomita” es el carbonato de calcio y magnesio (CO3Ca + CO3Mg) que en el estado puro contiene: 21,7 % de Ca y 13,2 % de magnesio (Mg). Otros materiales menos comunes son: óxido de magnesio (MgO) y magnesita (Co3Mg). La calidad de los materiales de encalado se definen por: pureza del material, forma química, tamaño de las partículas (fineza del producto) y poder relativo de neutralización total. El valor de neutralización de un corrector está relacionado con la reactividad y su residualidad, ambos factores antagónicos, ya que a mayor reactividad menor residualidad.
Las condiciones creadas por la siembra directa permiten una mejor efectividad de la cal aplicada a la superficie, ya que la zona de actividad radicular principal es superficial debido a la estratificación de la materia orgánica y de las condiciones químicas y físicas generadas, pero tiene el inconveniente que puede generar costras persistentes. La utilización de yeso (SO4Ca. 2 H2O) en este sistema de siembra permite mejorar las condiciones del entorno edáfico a nivel subsuperficial, en zonas donde no puede llegar la cal. El yeso en estado natural esta deshidratado y debería tener en su máxima pureza 23,3 % de Ca y 18,6 % de azufre (S). El movimiento del yeso a través del perfil permite llegar a cierta profundidad donde puede ser fuente de Ca y de S, este último como sulfato (SO4-2), lo que le permite actuar no sólo como enmienda, sino como fertilizante, al aportar estos nutrientes.
El agregado de correctores calcáreos, 1,5 y 3,0 t.ha-1, cambia la acidez, llevándola a niveles óptimos para el cultivo de la alfalfa. La residualidad de estas modificaciones permanecen después de dos años de incorporado el producto y pueden ser aprovechadas incluso por el cultivo siguiente. El comportamiento de la leguminosa es superior con el uso de las enmiendas con incrementos de producción que justifican y amortizan la inversión que se realiza. La respuesta es de 34 % más de forraje al agregado previo a la siembra con la menor dosis y de 61 % superior con la cantidad mayor de cal agrícola con pH original de 5,9.
Se debe controlar la acidez, sin embargo, atendiendo a los diferentes componentes químicos del suelo, no siempre es posible realizarlo de una misma manera y que las respuestas sean iguales a los distintos correctores. El conocimiento de las características de cada medio, en especial el contenido de materia orgánica (MO) y de arcilla, es fundamental para definir las prácticas a seguir en la solución de los problemas de acidificación. Los suelos de mayor “poder buffer”, o de más dificultad de recuperación, son los de capacidad de intercambio catiónico (CIC) mayor a 14 cmolc kg-1 ó meq.100 g-1, con MO superior a 3 %, arcilla mayor a 20 %, limo superior a 30% y arena menor de 40 %. Las determinaciones de contenido de materia orgánica y arcilla, de rutina en laboratorios de análisis, pueden ser una herramienta simple para la toma de decisión acerca del nivel a emplear en la práctica del encalado, a través de los modelos de regresión lineal multivariado, previa calibración en condiciones de campo.
La fuerte competencia entre calcio, magnesio y potasio, tanto en el entorno de la rizosfera como en la planta, hace que hoy se realicen las recomendaciones basados más en las relaciones Ca/Mg, Mg/K y K/Ca + Mg, más que en el uso de valores individuales. Se considera que una relación Mg/K es adecuada cuando el porcentaje de saturación de magnesio es dos veces superior al porcentaje de saturación de potasio.