Un ejemplo es el Acuífero Guaraní, un gigantesco reservorio natural de agua dulce que se extiende por debajo de la superficie de parte de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Se trata de una de las mayores reservas de agua dulce conocidas del planeta Tierra. Por su volumen, es el tercero en importancia a nivel mundial.
Cubre 1.190.000 km², un 19% en Argentina, con un volumen de aproximadamente 55.000 km³, un espesor de entre 50 y 800 m y una profundidad máxima de aproximadamente 1800m. Se estima su potencial uso en unos 40/50 km³ anuales. Para tener una magnitud de lo que esto representa el volumen total es la superficie de CABA y una profundidad de 272 km, (272.000 metros) o el total de la provincia de Buenos Aires y una profundidad de 179 metros. Gigantesco , por ello se dice que el Acuífero Guaraní es a los recursos hídricos lo que Vaca Muerta es al gas argentino.
El agua es un elemento crítico para la supervivencia de todos los organismos vivos en la Tierra. La porción dulce es vital y limitada para todos los organismos terrestres, siendo solo el 2,5 a 2,75 % del total, de la cual el 1,75-2 % (70 % del total) está congelada en glaciares, hielo y nieve, un 0,7-0,8 % (28% del total) son aguas subterráneas dulces y menos de 0,01 % del total es el agua superficial (0,4%) que encontramos en lagos, pantanos y ríos.
La agricultura emplea el 70 % del agua dulce del mundo. La bioeconomía, es una respuesta al cambio climático y es un modelo de desarrollo siendo el agua un insumo básico de la Vaca Viva, sea como insumo para la fotosíntesis o agua de bebida para los animales.
En zonas húmedas, solo el Río de la Plata tiene un caudal de 20 millones de litros por segundo, equivalente a aproximadamente 250 litros de agua por habitante del planeta por día que se salinizan sin ningún uso. Solo un tercio de nuestro territorio es húmedo y es donde se asienta la mayor parte de la producción extensiva de granos y carnes, son zonas pasibles de riego complementario. Las zonas más secas sufrirán más intensamente los efectos del cambio climático global y deberán mejorar su eficiencia de riego, a pesar de que en Cuyo y en los Valles Patagónicos se disponga de agua de alta calidad.
El acceso al agua potable es un derecho fundamental para la vida no cubierto para un tercio de la población global. En Argentina la distribución de agua potable por cañerías comienza en Buenos Aires tras la epidemia de cólera iniciada en La Boca en 1867. En 1871 se produce la epidemia de fiebre amarilla con una mortalidad del 11 % de la población porteña. Agua distribuida y cloacas fue la respuesta que aún esperan muchos argentinos.
Argentina ha desarrollado sistemas productivos extensivos de secano (sin riego) de muy bajo impacto ambiental manifestado en sus bajas huellas de carbono e hídricas.
En nuestro país, de un uso potencial del riego estimado en 6 millones de has, según el censo agropecuario 2018 hay 36.296 unidades bajo riego con una superficie de 1,39 millones de has y una media de 38 has por predio. El bajo desarrollo del mismo es producto de la falta de apoyo financiero y de un PLAN que permita, como en Chile, tecnificar los sistemas, aumentar la productividad, estabilizar los rendimientos y sobre todo distribuir más equitativamente el agua.
A nivel nacional podemos incrementar la superficie bajo riego en 6 millones de has. Si las mismas recibieron 200 mm de riego complementario, lo que se satisfaría con menos del 5 % de los recursos hídricos disponibles, tendríamos un ingreso anual marginal aproximado de 12 millones de toneladas de granos que, a 300 dólares de precio promedio por ton, significa un ingreso adicional anual por exportaciones de 4.200 millones de dólares.
La forma en que valoramos el agua determina cómo se gestiona y se comparte. El valor del agua es mucho más que su precio: el agua tiene un valor enorme y complejo para nuestros hogares, la cultura, la salud, la educación, la economía y la integridad de nuestro entorno natural. Esta necesidad y escasez nos señala la importancia de cuidarla y su manejo nos involucra a todos los actores sentados en la misma mesa.
Es mucho lo que podemos hacer desde nuestra casa, comunidad o cualquier área donde nos desenvolvamos. Empecemos por educar a nuestros niños, para que sean los guardianes y protectores del agua, de la cual se beneficiarán en el futuro, si aprenden a cuidarla y racionarla de la forma correcta.