Nos lleva a evocar el simbólico antecedente del desafuero del presidente de la Unión Cívica Radical, Ricardo Balbín, en 1948. Luego, el dirigente radical terminó preso en la cárcel de Olmos.
Esto ocurrió a mitad de la primera presidencia de Perón. Balbín presidía el legendario Bloque de los 44, secundado por Arturo Frondizi. Esa bancada radical formaba la resistencia más visible a un régimen de creciente autoritarismo. Entre 1948 y 1949 tres diputados radicales fueron expulsados de la Cámara: Ernesto Sammartino, Agustín Rodríguez Araya y Atilio Cattáneo.
El 29 de septiembre de ese año, en forma sorpresiva y al filo de la finalización del período de sesiones ordinarias, el diputado peronista Luis Roche había denunciado a Ricardo Balbín, presidente del bloque de la UCR por desacato contra el presidente, además de haber incurrido en actos de sedición y rebeldía, en un discurso pronunciado el 30 de agosto de 1949 en el Centro Asturiano de Rosario, donde había llamado a la juventud a encabezar una revolución. La acción judicial se tramitó en el juzgado N° 1 de Rosario.
En la sesión del jueves 29 de septiembre de 1949, al filo de la finalización del período de sesiones ordinarias, fue tratado su desafuero. Para los peronistas no fue una decisión fácil, ya que antes el bloque se había reunido para unificar criterios, ya que muchos no estaban convencidos.
El diputado Miel Asquía obtuvo el voto mayoritario cuando solicitó que la cámara se constituyera en comisión para considerar el desafuero. Los radicales gritaron, insultaron y batieron las palmas durante la hora que duró la lectura del expediente con la acusación.
Balbín, fogoso orador, había tenido duras expresiones contra Perón en el Congreso Nacional Agrario celebrado por la UCR en Rosario un mes antes. El peronismo, en virtud del sistema electoral de la Ley Sáenz Peña, que le daba al partido ganador en cada distrito dos tercios de las bancas y el tercio restante al segundo, disponía de una amplia mayoría, que usó para constituir la Cámara en comisión y soslayar el pase a la Comisión de Asuntos Constitucionales.
El trámite fue veloz, pero se le permitió a Balbín hacer uso de la palabra. Los diputados oficialistas lo escucharon en silencio.
Concluyó su discurso así: "Si con irme de aquí pago el precio de uno de tantos de mi partido; si éste es el precio de haber presidido este bloque magnífico que es la reserva moral del país, han cobrado barato; fusilándome aún no estarían a mano".
El desafuero fue votado afirmativamente por 109 votos contra 43. Balbín fue suspendido. Sería detenido en marzo del año siguiente en La Plata, luego de votar en las elecciones en las que se presentaba como candidato a gobernador de la provincia e Buenos Aires. Vanos fueron los intentos de la policía por apresarlo cuando se escabullía de los actos y era ayudado por correligionarios, que lo escondían en sus casas. Hasta le ofrecieron sacarlo del país. Esperaron a que fuera a votar y, en cuanto emitió su voto, 15 policías lo rodearon y se lo llevaron detenido. Luego de 297 días preso, primero en Rosario y luego en el Penal de Olmos, fue liberado el 2 de enero de 1951 por un indulto de Perón que él nunca aceptó.
Es importante recordar que la inmunidad de arresto surgió históricamente para garantizar el libre ejercicio de la representación política, y no para crear un "santuario de un delito".
Asegura Osvaldo Pérez Sammartino, Abogado. Profesor de Derecho Constitucional de la UBA en su columna de Opinión de diario Clarin, "Balbín fue desaforado por defender la libertad; De Vido, por las graves sospechas de ser el gerente de un vasto sistema de corrupción".