Casi 5 mil personas en Génova brindaron su último adiós a 19 de las víctimas del derrumbe del puente Morandi en un funeral de Estado. A lo largo de la jornada los presentes exigieron Justicia. Por otro lado, las familias de otras 19 personas que murieron en la tragedia prefirieron una ceremonia privada.
En la noche del viernes, los bomberos hallaron entre los bloques de cemento otras tres personas en el interior de su vehículo, una pareja y su hija de 9 años por lo que el balance del desplome del puente creció a al menos 41 víctimas.
Al funeral, celebrado en uno de los pabellones del recinto ferial de la ciudad, asistió el presidente de la República, Sergio Mattarella, el primer ministro, Giuseppe Conte, los vicepresidentes Luigi di Maio y Matteo Salvini y otros representantes del Gobierno.
Entre los presentes también estuvieron el presidente de Autostrade per L'Italia, Fabio Cerchiai y el consejero delegado, Giovanni Castellucci, a quienes el Gobierno señalan como culpables de la tragedia por incumplir supuestamente su deber de mantenimiento del viaducto.
En el pabellón, cubiertos por coronas de rosas blancas, se colocaron los féretros de 19 de las víctimas, entre ellos el ataúd blanco del niño de 8 años que falleció junto a sus padres.
Sobre algunos de los féretros se pusieron las banderas de los países de origen de las víctimas, ya que en el siniestro además de italianos murieron cuatro jóvenes franceses, dos albaneses, tres chilenos, un peruano y un colombiano. Al lado de los ataúdes se ubicaron los familiares que recibieron las palabras de consuelo de Mattarella, y también estuvieron presentes para manifestar sus condolencias los jugadores de fútbol de los dos equipos de la ciudad, el Génova y el Sampdoria.
"El puente se derrumbó. No era solo una parte importante de una autopista, sino una vía necesaria para la vida cotidiana de muchos, una arteria esencial para el desarrollo de la ciudad. Pero Génova no se rinde", dijo en su homilía el arzobispo de Génova, el cardenal Angelo Bagnasco. Y señaló que hay "una grieta en el corazón de Génova" y que "cualquier palabra, aunque sincera, es poco frente a la tragedia".
El arzobispo de la ciudad también recalcó la necesidad de una "debida justicia" aunque esta tampoco pueda cancelar o restituir lo su perdido.