Alejandro "Topo" Rodríguez es la voz de Roberto Lavagna en el Congreso. Preside el bloque Consenso Federal de la Cámara Baja, que conforma junto a Graciela Camaño y Jorge Sarghini, quienes a su vez integran el interbloque Federal junto a los cuatro diputados que responden a Juan Schiaretti.
Es recordado en Córdoba porque siendo ministro de Agricultura bonaerense se reunía a menudo con su homónimo Julián María López, del gobierno de José Manuel de la Sota, y lanzaba críticas al entonces ministro de Economía, Axel Kicillof, por el destrato al campo, lo que le ocasionaba más de un dolor de cabeza al entonces gobernador Daniel Scioli.
En una entrevista con Vía País, Rodríguez, politólogo de profesión y docente de Políticas Públicas en las universidades del Salvador, de Buenos Aires (UBA) y de La Plata (UNLP), sostuvo que este peronismo federal, que subsiste en el medio del antagonismo rabioso entre el Frente de Todos (FDT) y Juntos por el Cambio (JPC), se propone insistir en la construcción de un espacio independiente, de centro moderado y progresista.
El diputado nacional, que fue uno de los fundadores del Frepaso en 1994 —aunque después no se enroló en la Alianza con el radicalismo— no quiso opinar sobre el futuro de Hacemos por Córdoba, pero dijo que Schiaretti cumple un rol institucional y administra con sabiduría el equilibrio entre las respuestas a su electorado y las necesidades financieras de la provincia.
—¿Como sostener a este peronismo en el medio de esta grieta, que parece cada día más furibunda? ¿Tiene cuerpo para enfrentar la elección con candidaturas propias?
—Parece prematuro hoy estar prefigurando propuestas electorales y además no sería prudente por la situación que atraviesa la sociedad, en que las prioridades son otras. Pero hay algunas condiciones ineludibles. La principal es que cualquier fuerza política democrática, que esté convencida de que se deben brindar respuestas a las demandas de la producción, del trabajo y de los más humildes, debe, sin dejar de hacer política, apuntalar al Gobierno.
—¿Qué significa apuntalar al Gobierno?
—Un Gobierno democrático, que asumió con el 48% de los votos, que se encontró con una de las dos herencias que un gobierno le dejó al otro, porque una fue la de [Fernando] de la Rúa y la otra, la de [Mauricio] Macri; y que a pocos meses de asumir se encontró con una pandemia, para la cual nadie tuvo ni tiene el manual, debe ser apuntalado. Eso significa construir las posibilidades de acuerdo en torno de políticas de Estado y, si el Gobierno no tiene la inclinación para estas políticas, exigírselas con iniciativas. Pero apuntalar al Gobierno también supone no aprobar iniciativas que no sean buenas ni para la Argentina ni para el Gobierno.
—¿Como cuáles?
—Por ejemplo, cuando frenamos la posible expropiación de Vicentín, apuntalamos al Gobierno. También le dijimos al Gobierno que por el modo en que se había avanzado con la ley de la reforma judicial, no la aceptaríamos: sin consenso, con un festival de distribución de juzgados y con una revelación que nadie esperaba: que la propia vicepresidenta [Cristina Kirchner] dijo que no es la reforma que hace falta.
—Santiago Cafiero dijo, en alusión a JPC, que si no se alejan del odio van camino a convertirse en una ultraderecha antidemocrática. ¿Coincide?
—No coincido en que haya tendencias antidemocráticas en esa fuerza, pero sí creo que hay posiciones fundamentalistas, pero tanto en el macrismo como en el kirchnerismo. Y lo peor que le puede pasar a la democracia argentina es dejarse arrastrar por estas posiciones. Creo también que el Gobierno tiene una responsabilidad mayor que el resto de las fuerzas políticas en crear las condiciones para que el diálogo se institucionalice.
—Insisto: ¿cómo sobrevive, entonces, el peronismo que representan ustedes y Hacemos por Córdoba, entre otros espacios, en una polarización que no cesa?
—La sociedad va a premiar a los moderados pero comprometidos. Son aquellos que no se dejan arrastrar por ningún extremo y plantean críticas con propuestas, y propuestas viables. No hay que dejarse tentar por la riña sino seguir el camino de la crítica con propuestas. En este sentido, planteamos la consolidación de una nueva coalición social en la Argentina que tenga en el centro a los sectores productivos, con fuerte protagonismo federal: el campo, las pymes, la economía del conocimiento. Es posible construir una coalición así. Pero eso sí: no se puede construir nada a futuro con impronta macrista.
—¿Schiaretti es un moderado y comprometido?
—Schiaretti es un hombre cuya trayectoria es difícil de empardar. Por supuesto que es moderado, comprometido y moderno. Pero no soy quién para señalar cuál es su camino político o su camino electoral.
—Si Schiaretti termina incorporándose al FDT, ¿eso puede desdibujar este peronismo federal, que hoy encarnan ustedes?
—Creo que el gobernador cumple su rol institucional y lo hace con solvencia y sabiduría. Sus decisiones electorales no tienen por qué estar atadas a otros ni es respetuoso que yo opine al respecto.
—¿Pero es una figura que ustedes tienen en cuenta para construir coalición, por fuera del FDT y JPC?
—En las últimas elecciones, Schiaretti mostró un particular grado de autonomía. Luego, creo que ha sido muy prudente e inteligente para defender los intereses de Córdoba y de los cordobeses ayudando, también, a que al gobierno de todos los argentinos le vaya bien.
—Marco Lavagna, como director del Indec, forma parte del Gobierno. ¿Hay chances de que Consenso Federal se sume al Frente de Todos?
—La función de Marco Lavagna es estrictamente profesional y fue un pedido del propio presidente Alberto Fernández al propio Marco Lavagna, sin intermediarios. Roberto Lavagna es uno de los pocos o el único hombre de Estado que queda en la Argentina y no ha dudado jamás en ayudar al Gobierno. Por eso en los diálogos con el Presidente y con otros miembros del Gobierno siempre ha tenido la prudencia de compartir su experiencia y ofrecer sugerencias con propuestas. Todo eso se puede hacer sin necesidad de ocupar un cargo específico. Nuestras diferencias radican en torno de políticas No veo un escenario en el que nos integremos en el FDT; sí veo a Lavagna ayudando a que se consolide una alternativa moderada.
—¿El impedimento es que Cristina Kirchner lidera el FDT?
—No lo ponemos en términos de figuras y me preocupan de manera significativa los que agitan la manera de que el Presidente debe romper con la vicepresidenta. Es una propuesta irresponsable que no evalúa el riesgo institucional que eso significaría.
Por la Corresponsalía en Buenos Aires.