Francisco sorprendió a todos los habitantes de la localidad más afectada por el terremoto que sacudió el centro de Italia el 24 de agosto pasado.
Según cifras oficiales, el sismo causó la muerte de 298 personas, 230 de ellas en Amatrice, ubicada en la cima de una escarpada montaña, a casi 1.000 metros de altura, y situada unos 150 kilómetros al noreste de Roma.
El jefe de la Iglesia católica visitó primero una escuela que funciona de manera improvisada en contenedores, después de que el colegio se derrumbara. Después se dirigió a la "zona roja" acordonada, la más dañada del pueblo, donde rezó varios minutos en silencio frente a los escombros.
Francisco había anunciado que visitaría a los afectados por el terremoto, pero sin dar una fecha concreta. El domingo había señalado en una rueda de prensa que haría una visita "privada, solo, como sacerdote, como obispo, como papa. Pero solo".
"No quería molestar. Por esto dejé pasar cierto tiempo para que algunas cosas pudieran resolverse, por ejemplo la escuela ", dijo Francisco a su llegada a Amatrice, donde también se reunió con el alcalde, Sergio Pirozzi, bomberos y soldados movilizados para ayudar en las tareas de desescombro.
"Desde el primer momento sentí la necesidad de venir a veros, simplemente para expresar mi cercanía con vosotros, nada más. Y rezo, rezo para vosotros. Solidaridad y oración: esto es lo que os ofrezco", dijo el pontífice a los habitantes de Amatrice, según informó la radio del Vaticano.