Humilde, hospitalario, y convertido ya en un vecino más de la localidad de Anisacate, Enrique Rivero recibe a Vía Alta Gracia en su vivienda ubicada en la ruta conocida como "nuevo camino a La Bolsa". Sentado en la cocina de su casa, mate de por medio, explica con orgullo que Pablo (su hijo) es quien convirtió en un imperio de la gastronomía al restaurante ubicado en Guatemala 4691, de Palermo.
"Don Julio" nació hace 25 años, y es fruto de mucho trabajo. Todos teníamos algo a cargo, Pablo tenía 13 ó 14 años en ese momento, y hacía de mozo junto conmingo. Cuando arrancamos no había un peso, y sólo se hacían hamburguesas y choripanes", cuenta, a la vez que enumera una a una las experiencias que vivieron durante todos esos años hasta la actualidad.
Esta semana "Don Julio" se convirtió en el mejor restaurante argentino, premiación que llegó de la mano The World's 50 Best. En esa distinción, la parrilla quedó 6° en América Latina, y además se le entregó el premio a la hospitalidad.
Recién llegado de Bogotá donde recibió el premio, Pablo Rivero también dialogó con Vía Alta Gracia, y contó lo que significa para la familia de "Don Julio" haber sido galardonada de esa manera: "Es una alegría muy grande, porque nosotros arrancamos de abajo, y eso es doblemente gratificante. Don Julio es todo para mi. Es mi hogar, es mi lugar de reunión con amigos, es donde crecieron mis hijos, es la pasión por mi trabajo", manifiesta el sommelier.
Por otra parte resalta el premio a la hospitalidad: "Creo que eso es lo que nos identifica y lo que nos hace sentir más orgullosos. La distinción no habla sólo de la parte gastronómica, sino también de cómo se siente la gente cuando llega a nuestro restaurante". En la esquina de Guruchaga y Guatemala se hacen largas colas de gente que espera una mesa. Allí, una moza espera a los comensales y les ofrece una copa de vino, y un abrigo en caso de que haga frío. Luego los acompaña al interior, y son asesorados en cuanto a los cortes de carne y el vino, entre otras cosas.
En "Don Julio", lo único que se compra es el queso. Lo demás, se elabora en el lugar. Hoy por hoy el comercio tiene más de 50 empleados y ya dejó de ser la vieja esquina de la que Enrique se hizo cargo cuando recién llegaba de su Rosario natal.
De familia de carniceros, Enrique siempre supo que en la correcta elección de la carne estaba la diferencia. Hecho que fue reivindicado con los mejores vinos de la Argentina, que hoy tiene a cargo Pablo.
"Se llama Don Julio por mi padre, y un amigo, el primero que me recibió cuando llegamos de Rosario, y un poco el que abrió la puerta para que nazca el restaurante. Estoy muy orgulloso de todo lo que está pasando. Haber arrancado hace tanto tiempo y que el emprendimiento se haya sostenido, crecido y convertido en ésto, es algo que nos pone muy felices", cierra el hombre que no quiere fotos ni distinciones.