El acto se llevó a cabo el pasado domingo a las 19 horas, con el profesor Miguel Vázquez como encargado de la ceremonia y en cargado de dar las palabras inaugurales. Velázquez dio la bienvenida a los presentes y resaltó que la panadería es un punto de paraje que no se puede dejar pasar. “Es un punto obligado de encuentro para quienes transitamos los caminos de la Isla Grande de nuestra Tierra del Fuego”.
En el acto estuvieron presentes: familiares, amigos, empleados e invitados especiales, quienes vivieron los diferentes momentos de la ceremonia. En la misma se descubrieron los diferentes homenajes permanentes que existían. En las instalaciones se descubrió la réplica del Submarino A.R.A “San Juan”, la estatua de René Favaloro y las de Oscar “Mingo” Gutiérrez y la Hermana Carla. En cada descubrimiento, las palabras que se iban pronunciando, iban provocando emoción en los presentes.
Muchas cosas pasaron desde aquel 23 de enero del 2021 hasta la actualidad. Sin dudas este va a ser un reinicio en las actividades laborales, como en los vínculos interpersonales de quienes trabajan allí. De ser un lugar icónico donde turistas nacionales y extranjeros, figuras nacionales e internacionales pasaron, a ser cenizas y hoy estar nuevamente de pie, renovados en lo material y en lo espiritual.
Velázquez recordó aquellos momentos del incendio, pero remarcó que la fe permitió tener esa esperanza de que todo volvería a resurgir, más allá del dolor por la pérdida de años de trabajo, de risas, momentos agradables y amargos. “La valentía, la fe, el compromiso, el coraje y la entereza de Emilio y su gente, volvió a ponerse de manifiesto. Ellos vislumbraron que todo volvería a levantarse, ladrillo por ladrillo, aunque, seguramente, con muchas lágrimas y noches sin dormir de por medio”, remarcó.
Más allá de las pérdidas y la situación, este grupo de trabajo no bajó los brazos, continuó trabajando y brindado la misma calidad de sus productos. Desde un lugar más pequeño, contiguo a la calle que separaba la antigua gran panadería, pero con el mismo espíritu de entregar lo mejor.
Hoy se ve materializado esa esperanza de resurgimiento, con instalaciones amplias y renovadas. Hoy se ve materializado el esfuerzo, el empuje de los trabajadores, el aporte de Emilio, quien había sido elegido “el jefe del año” hace un tiempo atrás. Más allá de las decisiones que tuvo que tomar, nunca dejó de estar presente junto a su gente, a sus compañeros de trabajo.
Con su vos quebrada, Emilio dijo que “de ahora en más me quedaré agradeciendo a cada una de las personas que entre a la panadería, porque creo que será lo más lógico, ya que cuando imaginaba la inauguración, me preguntaba ‘a quién no invito’ y era muy complicado para mí ya que esta panadería la reconstruyó la gente y no dejaré nunca de recalcarlo, porque fue así”.
“Hoy debería haber llorado, porque nunca tuve tiempo para hacer ese descargo y siempre me quedó ahí, en la garganta, porque la gente desde el primer momento, casi que me lo prohibió. Hablaba con la gente y todos estaban seguros que esto se iba a reconstruir, pero yo estaba ahí, en el medio, y no estaba tan seguro. Creo que Dios me hizo un apartado y me sacó en dos horas, los 38 años de trabajo y me los devolvió en un año”, dijo y agregó “creo que Dios me quitó todo y luego dijo: Ahora vas a vivir lo más lindo de la vida”.
Finalmente aseguró que sería injusto mencionar agradecimientos “porque debo agradecerle a cientos de personas. Voy a poner un nombre solo porque sería injusto con todo el resto, pero me cabe destacar a una mujer que se llama Cecilia que es la arquitecta que diseñó todo esto. Ella es una mujer que entró en mi vida e hizo todo sin cobrar nada. Fue el alma de esta nueva panadería sin saberlo y sin quererlo, y la verdad es que no tengo palabras para agradecerle y espero que algún día le pueda devolver todo lo que me dio, pero repito que sería injusto porque todos los que pasaron por acá le pusieron lo mejor. Estoy feliz de la vida”.