A casi cuatro años de la excavación de una tosquera en San Pedro, los investigadores de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y el museo local confirmaron un nuevo descubrimiento. Entre los restos hallados en el lugar identificaron los fósiles de quirquincho más grandes que se hayan registrado hasta el momento.
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De acuerdo a la observación preliminar, el animal tenía unos 60 centímetros de longitud; es decir, un 15% mayor que los mamíferos actuales de la misma especie. El material analizado tiene alrededor de 700 mil años de antigüedad.
El paleontólogo Luciano Brambilla apuntó que la “morfología general prácticamente no ha cambiado” al margen de la cuestión del tamaño del peludo. En este sentido, consideró que eso es “contrario a lo que podría esperarse considerando los cambios climáticos y ecológicos que ocurrieron a lo largo de ese tiempo”.
“Es una diferencia grande en una especie. Creemos que puede obedecer, como parece haber sucedido con otras, a la necesidad de afrontar la llegada de ciertos carnívoros provenientes del hemisferio norte”, infirió el integrante del Centro de Estudios Interdisciplinarios de la UNR.
Al día de hoy, estos animales pueden hallarse en lugares muy diferentes del territorio argentino, desde el extremo sur de la Patagonia hasta Formosa, pasando por el centro del país. También hay especímenes en Paraguay y Bolivia.
La brecha en tamaño surgió de la comparación de las medidas de la mandíbula y el cráneo fósil que los investigadores recogieron en San Pedro en agosto de 2017 a unos cuatro kilómetros de la ciudad.
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“Este quirquincho apareció unos nueve metros bajo el nivel actual de suelo, incrustado en una placa de minerales compuesta básicamente de carbonato de calcio, la cual medía 47 centímetros de largo por 28 centímetros de ancho. Allí, estaban conservadas todas las piezas halladas, como congeladas en el tiempo”, recodó el director del Museo de San Pedro, Luis Aguilar.
De esta manera, los científicos obtuvieron muchísimo material. Además del cráneo y la mandíbula, que estaban completos y articulados, identificaron decenas de pequeñas placas del caparazón, falanges de los dedos y vértebras.
Volviendo a la cuestión del tamaño, Brambilla concluyó que se trata de un “fenómeno interesante” si se observa la correlación de gigantismo con otras especies como los perezosos terrestres y los gliptodontes. “Jamás se volverían a ver en tal magnitud como durante la edad Ensenadense”, observó en diálogo con la Agencia de Ciencia, Tecnología y Sociedad de la Universidad Nacional de La Matanza.
Por otro lado, Aguilar destacó que la gran cantidad y el buen estado de conservación de los huesos les permitirá inferir “detalles sobre sus alimentos preferidos”. Asimismo, se facilitará la comparación con los descendientes del quirquincho para interpretar sus adaptaciones físicas.