El polémica entre Wanda Nara y Mauro Icardi suma un nuevo capítulo: una batalla legal por su millonaria colección de autos de lujo. Seis exclusivos vehículos, valuados en varios millones de dólares, se han convertido en el foco de la disputa entre la empresaria y el futbolista.
Entre los automóviles en litigio, destaca un Rolls Royce Boat Tail, una verdadera joya sobre ruedas de la que solo existen tres unidades en todo el mundo. Este modelo descapotable de cinco metros de largo está valuado en 26 millones de euros. Según trascendió, este auto se encuentra en Italia, bajo la posesión de Icardi.
Junto a él, también está un Lexus LC 500 híbrido, que originalmente cuesta 130.000 euros, pero que el delantero del Galatasaray modificó hasta alcanzar un valor de 2.300.000 euros. La situación con estos autos es aún más compleja debido a un acuerdo verbal sobre el pago de las deudas vinculadas a ellos, lo que generó un nuevo punto de conflicto en la división de bienes.
Vehículos en Turquía y un Bentley oculto en París
La colección también incluye tres autos en Turquía: un Cadillac Escalade valuado en 90.000 dólares, un Mercedes-Benz de 158.000 dólares y una camioneta Ford Raptor de 71.000 dólares. Sin embargo, el verdadero punto de quiebre en la disputa es un Bentley, que Wanda Nara tiene estacionado en París y cuyo valor asciende a 250.000 euros. Según informó el panelista Pepe Ochoa en el programa LAM, este auto no fue declarado por la mediática en la división de bienes, lo que incrmentó la tensión entre ambas partes.
Mientras la disputa por los autos sigue su curso, Mauro Icardi se prepara para declarar ante la Justicia italiana en el marco del divorcio, cuya audiencia está programada para el 11 de marzo. En esta instancia, no solo se discutirán los bienes, sino también la acreditación de supuestas infidelidades, en un proceso que promete prolongarse.
Por otro lado, el futbolista y la empresaria intentan negociar un acuerdo sobre el régimen de visitas de sus hijos. Aunque en un principio Wanda propuso dividir los días de forma equitativa, sin condicionar la cuota alimentaria, las conversaciones no llegaron a buen puerto y el diálogo entre ambas partes terminó en tensión.