Inés Estévez, a sus 60 años, se animó a hablar por primera vez sobre el difícil momento que atravesó durante la pandemia, cuando fue diagnosticada con cáncer. En una entrevista con Infobae, la actriz reveló que sufrió mala praxis y pasó por varias cirugías en un contexto sanitario complejo.
“Estoy muy bien. Sí, podemos hablar de eso, no pasa nada, nunca lo dije porque hay un tema con eso... Tuve lo que todo el mundo llama ‘una cruel enfermedad’. Es increíble que al cáncer no se lo nombre por su nombre. Tuve un pequeño granuloma que, después de tener COVID, mutó en algo maligno”, contó Estévez.

La actriz explicó que el granuloma estaba ubicado en el aparato genital y que, debido a la pandemia, no tuvo margen para buscar otras opiniones antes de someterse a la primera cirugía. “El problema fue que tenía programada una cirugía para sacarlo porque era una boludez, en plena pandemia, y no tuve margen de maniobra para buscar más respuestas. El resultado fue que era maligno”.

La mala praxis que sufrió Inés Estévez
En el relato de su experiencia, Estévez reveló que una segunda intervención quirúrgica no solo fue innecesaria, sino que resultó en mala praxis. “Me hicieron una segunda operación que fue muy cruenta, muy innecesaria. Hoy en día lo sé. Y hubo mala praxis. Ahí me morfé cuatro quirófanos, cinco internaciones en plena pandemia, de noviembre a febrero”, contó.
Afortunadamente, no tuvo que someterse a radioterapia ni quimioterapia: “Lo sacaron y ya está, salí andando, no pasa nada, está todo perfecto... Solo que me comí una película de terror en un marco que era muy hostil”.
Uno de los mayores temores de la actriz fue el impacto que esta situación podría tener en sus hijas. “El miedo era por mis hijas nada más, es algo que atajé como pude. Lo feo es estar preso del sistema, eso no me gustaba, depender de personas en las que no creés mucho... La medicina alopática es muy particular, tiene cosas maravillosas y cosas muy cuestionables”, reflexionó.

Finalmente, Estévez compartió el alivio que sintió al recibir la confirmación de que estaba libre de cáncer. “Lloré cuando recibí la segunda anatomía patológica que decía que no tenía nada. Fue una cosa increíble. Me salió algo muy visceral, un alarido, una risa y un llanto. Era una cosa muy loca saber que iba a vivir”.