La otra primavera: qué hacen los que no van a los típicos lugares de festejo

Alumnos de un colegio con albergue y una particular estudiante universitaria de 80 años cuentan cómo son sus festejos. 

La otra primavera: qué hacen los que no van a los típicos lugares de festejo
Dionisia y su libro\u002E

Por Adrián Collados

Carlos Paz, Embalse o el Parque Sarmiento en Córdoba Capital reciben año a año a miles de estudiantes que se acercan para festejar su día y recibir la primavera. Pero hay algunos como Dionisia Guzmán, estudiante de segundo año de psicología, y los alumnos del Ipet N°58 "General Mosconi", de La Puerta, que deciden festejar de otra manera.

Cientos de jóvenes saltando, gritando, corriendo, música a todo volumen, un animador se encarga de que la fiesta no decaiga y alienta al resto. Algunos reunidos en pequeños grupos charlan y bromean entre ellos, otros compiten. La escena podría ser en cualquiera de los lugares antes mencionados, pero todo ocurre en el playón del Ipet N°58 de La Puerta.

Allí conviven alrededor de 700 alumnos, de los cuales 350 son internos, es decir viven de lunes a viernes en el albergue del colegio. Esto es parte de su festejo del "día del estudiante" y ese animador es uno de los alumnos.

Pero no es algo que se genera de un día para el otro, lleva bastante tiempo y todos los años tiene diferentes innovaciones. "Ellos vuelven a clases en marzo y empiezan a preguntar por este día", asegura Paulina Roggero, coordinadora del Centro de Actividades Juveniles (CAJ), a Día a Día.

"Los que organizan son los alumnos representantes de todos los cursos que conforman el Centro de Actividades Juveniles. También participan los alumnos que están en el centro de estudiantes junto con la coordinadora del CAJ. Ellos se reúnen y me hacen propuestas", agrega la directora del colegio, Raquel Cipolatti.

Esas negociaciones derivan en que se dispondrá de dos días para los festejos. Dividen tareas: cada curso tiene su color, su indumentaria y su propia producción. Durante la primera jornada hay diferentes actividades deportivas donde compiten ciclo básico con ciclo técnico. Por la tarde, los que pueden, vuelven a sus hogares y los demás a sus albergues.

A la noche hay tiempo para que sigan los festejos, es el momento del "bailable" que cuenta con la presencia de un Dj que animará la fiesta. A la medianoche la carroza se convierte en calabaza y se acaba la fiesta. Al otro día hay tiempo para más juegos y competencias.

Ellos tienen "su" fiesta

Tanto la Cipolatti como Roggero coincidieron en que el hecho de que al ser los mismos estudiantes los que organizan los detalles del festejo hace que crezca el sentido de pertenencia con la fiesta. Ese también puede ser uno de los factores que hacen que Carlos Paz, Miramar o Embalse no sean los destinos más elegidos por estos jóvenes.

Claro que a algunos les interesa y durante el 21, que no tienen clases, se organizan y van hasta alguna de estas ciudades, pero no es lo más común.

"Es lindo porque estamos todos juntos y como que estamos unidos y no hay diferencias. Todos los años me gustaron. Todos participamos y hacemos algo", confiesa Trinidad Carvallo, una de las internas del colegio.

"Siempre fue muy lindo y más cuando ganás la fiesta. Esta bueno compartir con los compañeros, juntarte, organizar las cosas", coincide Luciana Rivero quien ya está en séptimo año pensando más en el egreso.

Un festejo sin fecha de vencimiento

Pero los adolescentes no son los únicos "dueños" de este día ni de estos festejos. En Córdoba existe una estudiante muy especial que tiene su propia forma de festejar. Se trata de Dionisia Guzmán, quien contra todo prejuicio empezó a estudiar en la facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) a los 78 años.

No se trata de una estudiante crónica sino que "Dioni", como le dicen sus jóvenes compañeros, empezó en 2014 y ya está cursando sus últimas dos materias de segundo y alguna de tercero.

"Yo lo festejo por mi lado, haré un paseo con amigas, doy una vuelta por el centro o voy al cine. El año pasado los chicos me invitaban a sus festejos, pero yo hasta ahí no llego", comenta entre risas Dionisia.

Esta mujer con alma de joven hizo hasta segundo grado en su pueblo natal, Nono. Luego tuvo que dejar el colegio y vino hasta Córdoba. Por eso sus recuerdos del festejo del día del estudiante son algo escasos, pero muy claros.

"Me acuerdo que los maestros nos llevaban a un río muy grande que había. Cada uno llevaba su comida, hacíamos juegos y lo que más recuerdo era que cortábamos los brotes de los sauces a la orilla del río y nos hacíamos coronas y competíamos por quién se había hecho el arreglo más grande. Cosas muy simples", rememora con algo de nostalgia.

Ya de grande, casi con 60 años, festejó cuando terminó la primaria y fue elegida escolta. En el secundario también hubo festejo: "Allí éramos tres personas mayores, los demás eran jóvenes. Pero nos llevábamos bastante bien. Festejamos juntándonos en una casa, cada uno llevaba comida, bailábamos", agrega.

Nada de preparar la carpa, alquilar una casa o comprar los boletos del colectivo que los trasladará. Esas no son preocupaciones para Dionisia ni para los alumnos del General Mosconi. Ellos festejan la "otra primavera", la del trabajo conjunto, con sus compañeros, la del esfuerzo y superación.

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