Consciente de que desde el empresariado con frecuencia se critica la dirección del modelo, Matías Kulfas lo pone de relieve. El Gobierno se mueve dentro de la “lógica” de “una economía integrada al mundo que busca aumentar exportaciones y también importaciones”, señaló. Para el responsable del área que dispone las políticas industriales, “no hay problemas significativos” para traer insumos del exterior y el nivel de actividad ya está por encima del que dejó la administración anterior.
En diálogo con La Voz, anticipa que, si existiera una segunda ola de pandemia, “no serían necesarias” restricciones como las aplicadas hace un año, descartó que los bloqueos de plantas constituyan un problema generalizado y relativizó el impacto del aumento de tarifas para la industria. “Va a ser posible de absorber de manera no traumática”, enfatizó.
“Enero fue un mes de crecimiento interanual de 4,4 por ciento según el Indec, el dato de la UIA también está en esa línea. Hay muchos indicadores positivos, como el sector automotor, materiales de la construcción, toda la metalmecánica. Es una recuperación importante de la actividad industrial, que recuperó lo que perdió en pandemia y es superior a lo que heredamos de Macri”, sostiene.
–¿Obedece a que se levantó el freno de la pandemia o aparece algún cambio de expectativas?
–Viramos hacia una política industrial que prioriza el trabajo argentino, el caso más evidente es el sector automotor. Todos los nuevos modelos tienen más contenido nacional, más trabajo argentino incorporado y mayor inserción exportadora. Los cinco modelos más patentados en los últimos meses son de producción nacional. Marca un cambio que uno puede ver sector por sector.
–¿Habrá dólares para la industria automotriz?
–El cambio para ese sector es claro, apuntamos a una balanza comercial equilibrada. Esto se resuelve exportando más vehículos e integrando más partes y piezas. Está bien encaminado. Vemos al sector trabajando en armonía, lo que no significa que no tengamos discusiones, pero todos tiramos para el mismo lado. Vamos hacia una industria equilibrada en divisas.
–La devaluación del real brasileño, destino de los autos argentinos, puede impactar en esos planes o eso se verá más adelante.
–Cuando empezamos la gestión, las tasas de interés estaban en el 80 o 90 por ciento. Inviables para cualquier proyecto, hoy la industria se está financiando al 22, 25 o 30 por ciento. Y también hubo un relanzamiento de programas de consumo como Ahora 12 o de motos. Estos son los factores de la recuperación, y son sostenibles.
–Sin embargo, la UIA dice que más de un tercio de las empresas bajó la producción y las ventas. ¿Qué deben esperar estas para comenzar a repuntar?
–Está ligado con la pandemia en general, que ha sido un shock disruptivo en el mundo. Ha generado cambios de hábitos, entonces hay sectores beneficiados y perjudicados. Los productores de artículos del hogar crecieron en ventas. Otros, como turismo y gastronomía, están más golpeados.
–Los industriales se quejan por las demoras en la aprobación de Simi para la importación.
–No hay problemas significativos. Cerca del 95 por ciento de las importaciones no tienen ningún tipo de restricción. El otro cinco se va resolviendo. Hay que entender que la situación macro es delicada y los dólares no sobran. Si bien hay situaciones que generan alguna rispidez puntual, estamos lejos de tener un problema generalizado.
–¿En bienes de consumo finales hay más restricciones?
–Estamos procurando que allí donde haya fabricantes nacionales que tengan competitividad y condiciones para producir de modo eficiente y con buenos precios, dares la posibilidad para que puedan crecer. El gobierno anterior descuidó completamente la política industrial. En una economía integrada al mundo que busca aumentar exportaciones y también importaciones, dentro de esa lógica, buscamos establecer una política industrial.
–Ojalá no venga nunca una segunda ola de Covid, pero, de ocurrir, ¿habrá algún cambio en la política laboral?
–Si llegara a ocurrir, no serían necesarias las medidas tan restrictivas como las que se aplicaron hace un año. Hubo que parar un poco la producción para que las industrias pudieran aplicar los protocolos necesarios y lo hicieron muy bien. Estamos muy contentos con la reacción del sector industrial, trabajamos muchísimo con Córdoba, por ejemplo. Casi no hubo contagios en el mundo de la producción. Hay temas relacionados con la cuestión laboral que son analizados por los ministerios de Trabajo y Salud.
–Aparecieron conflictos laborales con bloqueos de plantas que inquietaron a las empresas. ¿Cuál es su opinión sobre esos casos?
–Han sido pocos conflictos y en general no fueron motivados por los gremios, sino por algún sector minoritario inmerso en alguna interna en la actividad gremial. Los sindicatos están todos trabajando en las mesas de diálogo con una actitud muy constructiva para alinear precios y salarios. No hemos tenido la competencia de quién pide la paritaria más alta. El objetivo está muy claro: este año el salario le tiene que ganar a la inflación.
–¿Cómo se solucionan los faltantes en góndola?
–El año pasado, en plena pandemia, no hubo faltantes.
–Ahora sí los hay.
–En enero hubo algún desabastecimiento en el caso del aceite. El problema no estaba en los supermercados, sino en la industria. Eso motivó la imputación a un conjunto de empresas, pese a que nos acusaron incorrectamente de actuar fuera de la ley.
–También fue llamativo que algunos controles estuvieran a cargo de organizaciones sociales.
–Algunas organizaciones tomaron la iniciativa propia, sin ningún tipo de aliento de parte nuestra. Hay faltantes puntuales, no desabastecimiento. Hay un diálogo cotidiano con las alimentarias. Esperamos que el sector recupere la producción, el consumo, y por supuesto, en buenas condiciones de rentabilidad.
–Si la reforma judicial es tan importante para el Gobierno, ¿por qué no le interesa una reforma laboral? ¿No es necesaria?
–No de manera transversal. Sí estamos discutiendo sector por sector. Y discutimos todo; si hay un tema de convenio laboral atrasado o viejo, que ocurre muchísimo y que no refleja la realidad del sector, lo discutimos ahí. Lo mismo para trabajar de manera segmentada para reducir algunos costos laborales donde veamos que es una inversión que vale la pena realizar. Argentina tiene que salir de la idea mágica de que resuelve todo con megarreformas. Cada vez que se generaron esas políticas, fueron más los daños que los beneficios que se consiguieron.