En una exclusiva entrevista en el programa televisivo Tucumán con Todo, el intendente de Famaillá, Enrique Orellana, comparte con el periodista Germán Valdez su historia personal y su base política. Desde sus primeros años en un entorno humilde hasta su llegada a la función pública, reflexiona sobre los desafíos y aprendizajes que marcaron su camino. Además, analiza su gestión y la importancia del compromiso con la comunidad.
-Doctor, ¿cómo fue su evolución personal a lo largo de los años?
-”No es fácil venir de un cajón de lustrar, venir de muy abajo, en un hogar humilde”.
-¿Cuántos hermanos eran ustedes?
-”Somos nueve, con algunas bajas de hermanos que antes no se los podía sostener, por cuestiones llámese alimentaria o medicinal. No eran las mismas posibilidades (que ahora). En ese hogar faltaba de todo, pero nunca faltó amor, que era lo más importante. Nuestros padres nos enseñaron valores y, lo más importante, a soñar. Y de eso me acuerdo siendo niño, con José ya soñábamos con algunas cosas importantes en nuestra vida. Lograr llegar a ser la autoridad máxima de tu pueblo, por muchas oportunidades, es un halago, pero un gran compromiso en la cual día tras día te tenés que ir superando, tenés que ir corriendo los mojones y demostrando, y también pasando pruebas constantes. Ganar varias elecciones no es que ha venido solo; hay una muestra de los hechos que hablan por nosotros, y las miles de obras que avalan nuestra gestión”.
“Pero más allá de todo eso, el nivel de superación de terminar séptimo grado siendo una persona grande, terminar la secundaria en una escuela nocturna seguir luchando hasta casi los 60 años y recibirse de abogado, no es un halago, sino que un compromiso el de superación, el de estar al servicio de la gente. Y es lindo cuando uno lo que aprendió lo desarrolla especialmente con quienes te acompañan, y quienes creen en nosotros”.
-De ser lustrador hasta ser el doctor, el intendente, la máxima autoridad del pueblo. Hoy, cuando ve un lustrador, ¿Qué siente usted?
-”A título personal, el gran respeto que siempre les tuve. Conversar, charlar, tomar un café, invitarlo a desayunar o compartir algo, siempre lo hice. Pero lo hice desde la misma infancia, compartir, ayudar, que es lo que más valora Dios cuando somos personas de bien, y tratamos de usar la empatía, ponerse en el lugar del otro, tratar de buscar una respuesta y una salida. Son muchas las necesidades, no a todos le podes cumplir todos sus anhelos, pero todo lo que más se pudo en la cuenta de la suma y resta, da positivo. Se ha trabajado con todo el amor y la pasión y ahí están los hechos que hablan con nosotros”.