Elizabeth Olsen admitió a sus seguidores que es fan de la producción colombiana “Yo soy Betty, la fea” y que le fascinó en su adolescencia. Incluso, trató de hacer un musical basado en la historia de Beatriz Pinzón.
La actriz es una de las favoritas de Hollywood, pero, sin embargo, antes de lograr el éxito, contó cuáles fueron sus primeros acercamientos con la actuación y uno de ellos fue la novela “Yo soy Betty, la fea”.
La protagonista de “WandaVision” fue entrevistada, para The Jess Cagle Podcast y habló de diversos temas en la entrevista, pero lo que más llamó la atención fue su fanatismo por la novela colombiana protagonizada por Ana María Orosco y Jorge Enrique Abello.
“Hicimos “Betty, la fea” antes de que “Ugly Betty” fuera un programa estadounidense. Mis amigos y yo veíamos “Betty, la fea” en televisión y fingíamos que lo traducíamos, así que creamos todo un musical de “Betty, la fea” en la clase de español”, dijo Elizabeth Olsen para el pódcast transmitido en la plataforma de radio satelital Sirius XM.
¿Qué hizo de “Yo soy Betty, la fea” un producto tan atractivo como para mantenerse varias semanas en el Top 10 de Netflix?
Para Gigio Aranda, guionista peruano, que participó en la famosa tira, cree que uno de los puntos clave del boom de “Yo soy Betty, la fea”, “Es la reivindicación del bulleado, de una minoría golpeada y oprimida. David contra Goliat, Cenicienta… siempre nos va a gustar ese cuento. Nos gusta que las posibilidades de tu protagonista siempre estén en contra. El viaje del héroe, la protagonista en este caso, se sigue. Puede haber fracasado, pero ahí está: perenne”, dijo.
La ficción tiene en el centro de su historia al “perdedor”: Ese personaje que parece tener pocas probabilidades de ser un ganador. Y un “antihéroe”, en palabras de la guionista y cineasta Ani Alva Helfen, está “estereotipada en lo que nosotros creemos o juzgamos como feo” y que “resulta en su momento como el arlequín, algo chistoso”. “Es el pez fuera del agua y genera empatía”.
Para Eduardo Adrianzén, otro de los guionistas es “un ejemplo para producción latinoamericana de cómo hacer un clásico con actores locales, con historia local, muy colombiana, sin recurrir a gran producción”. “No es una telenovela diseñada para ser un gran boom ni ser vendida. Es un ejemplo de cómo una dramaturgia local puede volverse universal y permanente”.
